Tal y como suele ocurrir, a la tercera fue la vencida, y para cuando el ilustre profesor, e ilustre vienés, Erwin Rudolf Josef Alexander Schrödinger decidió abrir la caja del experimento —que antes que virtual, y secretamente, fue experimento real, pues el profesor tenía un algo de sádico— ya era demasiado tarde: el gato negro Rufus, harto de estar ni vivo ni muerto, o mejor dicho, vivo y muerto al mismo tiempo, con la espada de Damocles de la inmortalidad relativa pendiendo sobre su estrecha y peluda cabeza —en suma, como todos—, saltó sobre la yugular del eminente vienés y científico, con las zarpas y la rabia transformadas en cuchilla.
Desde ese preciso y sangriento entonces —y secretamente, los americanos se ocuparon de ello—, Erwin Rudolf Josef Alexander Schrödinger deja de ser él, es decir, un ser vivo sobre la faz de la Tierra, para convertirse en simplemente Schrödinger, también conocido como "el del gato de Schrödinger", esto es, un carísimo clon teledirigido cuya impostura acaba hoy, ahora, aquí...
Desde ese preciso y sangriento entonces —y secretamente, los americanos se ocuparon de ello—, Erwin Rudolf Josef Alexander Schrödinger deja de ser él, es decir, un ser vivo sobre la faz de la Tierra, para convertirse en simplemente Schrödinger, también conocido como "el del gato de Schrödinger", esto es, un carísimo clon teledirigido cuya impostura acaba hoy, ahora, aquí...
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