Resistencia en el flanco débil

julio 28, 2013

Mensaka de José Ángel Mañas



Pienso que una de las facultades primeras de un buen editor está en saber cuándo uno de los libros que está a punto de entregar a la imprenta va a a ser una cagarruta. Saber que no te queda otra que sacarlo, vale, bien, cosas del mercado y demás servidumbres, pero tener bien claro que no va a gustar, que no va a vender una mierda: Oye, tú... ya sabes que la cosa esta no va a vender una mierda, ¿no? Sí, lo sé. Ah, bueno, vale, es tu dinero... Por eso mismo me le vas a poner una cubierta guapa. Me le vas a poner un lienzo chungo de George Grosz... He ahí un editor con arrestos, que tiene lo que hay que tener, que sabe de qué carajo va su trabajo. Yo compré el libro este por el dibujaco estupendo de Grosz en la cubierta. Por eso, y porque me le pedían un euro, a qué engañarse.

También una de las facultades primeras de un buen lector es saber cuándo escritor y editor se le están queriendo mear encima ya antes de apoquinar la cosa... y aun así apoquinar la cosa. Entregarse consciente y voluntario a dicha meadura, porque el buen lector sabe que de tanto en cuando es bueno meterle a la maquinaria un buen purgante que limpie las tuberías. Yo sabía que estaba poniendo mi calva a tiro de meada nada más verlo. Pese a lo cual me fue imposible decir no: tome el euro, buena mujer, gracias amable caballero bibliómano, buen día tenga usted, que usted lo tenga también.

Mensaka de José Ángel Mañas va de lo que hacen los jóvenes sin estudios superiores después de dejar el instituto o la efepé y hasta traer al mundo al primero de sus mastuerzos, y eso que hacen no es otra cosa que ser unos gañanes perdedores con un eterno sueño dentro, es decir, unos medianías. El sueño truncado del mámá, quiero ser artista, pero va a ser que no, que no me llega ni para meterle gasofa a la vespino... Claro que eso era en los 90. Ahora el ejemplo es también extensible a los universitarios, incluidos ingenieros... Una pena todo.

Por lo demás, señalar que este libro tiene el curioso (de)mérito de no albergar ni una sola línea de literatura en las 163 páginas, edición bolsillo mediante, que lo contemplan. Eso es algo que no está al alcance de cualquiera. Uno piensa que a base de rellenar folios por fuerza se ha de acabar arrejuntando una buena imagen o una triste metáfora, aunque sólo sea por acumulación. Aunque sólo sea por estadística. Pero no. Mañas es un auténtico crack. Repito lo de CRACK...

En este sentido, como ésta es la segunda vez que dejo que el crack Mañas me meta un gol, la primera fue con aquella cosa meliflua del soy un escritor frustrante, esto, perdón, frustrado... Pues entiendo que ahora la culpa es sí o sí del todo mía.

Pero es que mirad la portada: ¡Goerge Grosz nada menos! Puto genio.