Vaya por delante que este me parece un libro trascendente, no sólo por su valor intrínsecamente literario, que es mucho, también y probablemente incluso más por la altura de su vuelo como fenómeno más allá del puro texto. Optar a ganar el National Book Award con esta pequeña novela de terror, probablemente el mayor galardón de las letras estadounidenses, no es ninguna minucia. Porque se trata de una primera novela. Porque su autora cuenta sólo 37 años. Obviamente, porque el libro está escrito en lengua no inglesa. Porque transcurre en una Cuenca profunda que allá, en las Altas Américas, ni siquiera es topónimo que pueda calificarse de antípoda, aunque en realidad, y a la postre, comprobaremos que no sucede en lugar ninguno. Y, sobre todo y final, porque, al menos en apariencia, es un libro de género, y se vende como tal, aunque nuevamente a la postre esta adscripción podría cogerse muy con pinzas.
«Carcoma» es la historia de un matriarcado maldito. La historia de cuatro mujeres, cinco en realidad, porque la Casa es también mujer, y probablemente la madre y semilla de toda la estirpe, esclavas del odio, que las roe por dentro hasta consumirlas, hasta dejarlas en el frágil y podrido esqueleto, como la carcoma del título. Mujeres atrapadas en una una casa también maldita, que no las suelta sino es para hacerlas desaparecer en el limbo, ya que ni siquiera muriendo podrán escapar a su yugo espectral.
El libro de Layla Martínez habla de la extorsión silenciosa, y de cómo su inmediata consecuencia, el odio, escanciándose gota a gota en el interior de sus protagonistas, acaba tomando cuerpo y sangre en forma de venganzas, magia negra y horror sobrenatural. La extorsión del patriarcado. La extorsión de las clases pudientes. La extorsión del paisaje vaciado. Y, cómo no —y para variar, ya tardaba, siempre lo mismo...—, la extorsión de los vencedores de una guerra civil que lo impregna todo de indecencia, y son esta Tierra y este suelo contaminados de ignominia y vergüenza, sobre los que se asientan los cimientos de una casa cuya sombra arrojará desgracia tan adentro como afuera de sus paredes durante generaciones.
Como decía al principio, no le puedo poner ni un pero al libro, creo que hace muy bien todo lo que pretende y, por supuesto, ha conseguido muchísimo más de lo que seguramente imaginaba, obviamente si una historia traspasa fronteras de la forma que ésta lo ha hecho es porque toca las teclas adecuadas, y la música suena bien en muchas cabezas.
Diferente es que mi cabeza está ya muy trastornada, y cuando yo me asomo a este libro, ante todo y sobre todo, es porque se trata de una historia de casa maldita no anglosajona, y cuando termino el primer capítulo, maravillado, diciéndome que al final hasta va a ser verdad que lo es, de auténtico terror, con su casa maldita y todo, ¡y en castellano ibérico nada menos!, nada de lo que viene después está al nivel de las expectativas suscitadas.
Habrá que seguir buscando... En Daria Pietzrak. Quizá...
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