Resistencia en el flanco débil

abril 27, 2009

Sin Javier o Con Javier, Puta la Vida y Puto Usted...




De ordinario me pongo a darle a esta tecla bloguesférica muy pasadas las doce, el ceño esquinado, que no fruncido —¡gonorrea eterna para los escritores vagos!—, escuchando guitarreos vitaminados y baterías hipermineralizadas, todo ello muy metal y muy talibán, y además a un volumen insano en los auriculares, lo que a buen seguro me deparará sordera crónica y crisis de vértigo de aquí a tres telediarios, dos si son del Piqueras, que esos siempre bajan más sangre... Hoy me siento arrabalero y cabronazo, ya aviso.

La espicha Ballard y viene Francisco Súñer y me dice, ¡yep!, tío, escríbeme algo sobre el maestro, que ando preparando un especial. Y yo, progue de mí, que tengo ego de escritor, más ancho, por tanto, que el del común de los mortales o turba, voy y le contesto: ¡yep!, tío, dalo por hecho, allí estaré, y gracias por la invitación, coño... Y eso hice, me salió este chusco que casi mejor no voy a releer, porque a poco que te pongas empiezas a verle a los párrafos la urdimbre y las costuras y quieres que te trague la tierra; hasta la saliva te empieza a saber a bolso Tous de imitación... Yo no sé cómo será con los demás, yo sólo puedo hablar —como todos, como cualquiera— desde mi propia y jodida voz, mi circunstancia —mi maldito culo, que es como la opinión, cada uno la suya—, y a mí me ocurre que todo cuanto escribo termina por parecerme puta basura a la tercera relectura, eso cuando no a los cinco minutos. Mi escritura tiene la fecha de caducidad del pavofrío, día arriba día abajo.

Pero qué coño, en algo hay que invertir toda esta inmensa cantidad de tiempo churretoso, hay que escribirlo sí o sí, lo contrario es morir o anhelar a cada segundo una nómina de funcionario.

Así que está lo de Ballard y también lo de CALDODECULTIVO MGZ, que acaba de sacar el número 5 y lleva un par de cosas mías: un micropoemo todavía no sé si postnocillar: "Perfil Desactualizado: Las Máscaras del Antihéroe", y un relato sinvergüenza: "Vanidad 2.0". Y esto lo desgloso aquí porque, me cago en la puta, la imprenta se llenó de gremlins o qué sé yo qué y terminaron por evaporarse mi nombre y el nombre del ilustrador del relato —los únicos en toda la revista que padecimos este suceso asaz extraño—, y ya tiene huevos y bemoles y lefa frita el asunto, que no puedas apuntalar, coronar, apuntillar un relato que se llama Vanidad con tu puto nombre. Joder. Cada vez que crees que sí, que está vez tienes a tu alcance aunque sea una mínima victoria, que por fin vas a chotearte de Dios en su puñetera cara, viene el cabrón y te caga encima.

Así que la cosa va de egos. Putadas aparte, este quinto número se llama "Me, Myself and I # 2.0" y trata, sobre todo, del ego creador, del ego internetero nuestro de cada día, quítanoslo hoy. Gentes del orbe ciberesférico que escriben la pantalla tengan o no algo que decir y en lugar del DNI presentan el blog, el twitter, el flicker o el perfil de facebook cada vez que van a sacar dinero al banco o al médico de cabecera a que les recete un ungüento para las ladillas. ¿Somos demasiados? ¿Cabe alguno más? ¿Deberíamos todos fallacer ipsofácticamente? Espejito, espejito, cuál de nosotros tiene el ombligo más bonito... Y esta descripción es aún más sui generis de lo que aparenta, pero que queréis que os diga, van a ser las dos de la mañana, amigos.

El caso es que han sido prácticamente diez meses de duro trabajo, hasta traer un churumbel al mundo cuesta menos tiempo, carajo, pero ya está en la calle el asunto, que es lo que cuenta, y a partir de aquí a otra cosa mariposa. Mejor no releer, que luego pasa lo que pasa.

Ahora toca lo del autobombo y la endogamia porque sí, porque nosotros lo valemos y toda esa mierda:

Por la parte que me ha tocado lidiar, que ha sido la edición y coordinación literaria, agradezco desde aquí la buena predisposición para arrimar el hombro con sus letras de los siguientes sujetos peligrosos, a saber: Joan Ripollès —aka Johnny Laputta—, Rubén Lardín, Javier Esteban, Fco. Javier Pérez, Pablo Fraile Dorado, Miguel Espigado, Jorge Muñoz, Ramón Sanz Tardío, Luis Torres, Juan Carlos Elijas, Carlos Be, Paco Enlaluna, Juan Pablo Villalobos, Riot Über Alles, Gerard Gil, Vanity y Dídac Punyet.

La nómina de artistas gráficos es aún más luenga, todos ellos cracks en lo suyo, está completa aquí.

Por supuesto agradecidísimo a Aleix Gordo Hostau, que tan de puta madre ilustró mi relato y que también se quedó sin su firma sobre su colaboración.

Y por supuesto a Unai Reglero, máximo artífice del Proyecto Caldodecultivo, por confiarme el apartado literario de la revista, por creer en mi escritura, y en general por ser capaz de reunir y coordinar a tanto talento dispar. Te has marcado un trabajo de la hostia.

Y bueno, ya fin a todo esto, mañana será otro día y tal vez tenga más agradecimientos de los que desprenderme tan generosamente, pero por hoy se me han acabado, así que para quien sea que llegó a este lugar picando en gúguel "Vida Puta y Sin Javier", lo siento, tío, para ti ya no me queda nada, pero yo también te quiero. Apuesto a que cualquier día de estos nos vemos por ahí... ¿No?





abril 19, 2009

Milenio Negro



Me abstuve en el último momento hace un par de días de dar rienda suelta a mi primer impulso, luego de enterarme de la muerte de Marilyn Chambers, la pornostar a la que David Cronenberg incrustó un pene sidoso y vampiroloide en el sobaco, de venir aquí y soltarlo: "Ha cascado Marilyn Chambers, amigos, ya podéis romper a llorar". Me dije: basta ya de necrológicas y epitafios a una foto en blanco y negro pegados. A veces la blogosfera sólo parece ser ella y medrar a través de la ávida necrofilia de distantes cadáveres exquisitos. No lo hice entonces y vengo y lo hago ahora, lo hago hoy, además de por ser yo, del todo, un irreflexivo y un inconstante, porque hoy se ha ido Ballard, qué coño se ha ido... ha muerto, ha palmao y punto, y eso sí que ya me toca la fibra... Y ya está, no me va a dar por decir nada más, no pienso traicionarme y traicionarlo hasta ese punto. Baste el silencio, eso sí, no sin antes despedirme y despedirlo añadiendo que hoy, con este su viaje al final de la noche, comienza oficialmente el siglo 21, capítulo primero del Milenio Negro, playa terminal de La Catástrofe, y todo aquél que entiende sabe que es verdad.


abril 16, 2009

La vaca que corre con la nocilla



Releo Nocilla Dream para poder releer Nocilla Experience, todo y no saber para cuándo esperar Nocilla Lab —¡y lo que me importa, amigos!— porque a Fernández Mallo o se le lee actualizado, lo que se dice upgradado recién, o mejor no se le lee, emplea uno ese tiempo en cualquier otro sinsentido de andar por casa y así la declaración anual de entropía le sale a devolver, que no negativa. En realidad todo responde a un capricho idiota, un azar antojadizo cuyas raíces ni me planteo, bien que hago. Releo a Mallo y releo también a Lem, Solaris, masterpiece como ya no las tallan, y leo además un Roth, a Zweig y a un Apollinaire de trincheras y enchochado. Todo sin orden y con total desconcierto, todo al tiempo, un no parar. Total, ¿para qué? Para dármelas de Quijote, no sé cuándo, y justificar en tanta letra y tanta miopía una locura que sin embargo me viene de otro lado, un lado o arista de esquina que no voy a cruzar ni vosotros, ninguno, por tanto, columbraréis siquiera (y aquí, venga, todos a tirar de DRAE).

Conque releo la primera entrega narrativo-nocillesca-pospoética, como decía, y encuentro que todo encaja mejor y hay más perlas subrayables pero el conjunto cae con un estrépito de zapatilla Nike un número corta, ese chiste que ya no es tan bueno como lo recordábamos, algo así como un espejo hecho añicos en el alquitrán recién horneado, cientos de flashes minúsculos chisporroteando en la retina al ritmo de la reflexión solar. Así, por ejemplo, Mallo escribe: "El amor es un trabajo difícil, amar es lo más difícil que he hecho en toda mi vida", y yo aplaudo frenético y mi quitaría la gorra si estuviese en posesión de semejante objeto; y más adelante dice: "Samantha jamás había estado con un hombre a esa hora en la habitación. De repente, como otra vida", frase que me da de vueltas, pero que de inmediato mi subconsciente empitonado se encarga de arruinar con este "cierto, como otra vida, pero no necesariamente mejor", y es que uno será como es hasta los restos... Y ya, fin de la nocilla por hoy, o no, sólo un detalle, que a lo que él llama Transhumanismo lo llamo yo Posthumanismo, y de ese burro no me bajo, porque sí, porque me da la gana y porque suena mejor lo mío, qué carajo, aunque recuerdo que una novia que tuve a toda esta chundarata ballardiana y neocárnica la llamaba Transhumancia, más que nada por tocarme los huevos en sentido no literal, y ahora que caigo va a ser verdad que tanto onanismo tecnológico-nietzscheano está por derivar en cosa de mucho rumiar la pava y poco cardar la lana.

Me disperso...

Sigo dándole vueltas, no obstante, al asunto de Joanna Cassidy, no vayáis a pensar que no me preocupa el asunto. Casi tanto como el agujerazo de ozono o separar mis residuos domésticos, todo un reto para el hombre cibermúndico. El tiempo que no empleo en leer, releer o volverme loco de dolor sentimentaloide lo gasto en edificar y reedificar planes A y B para que cuando llegue el momento nada esté a trasmano de mis propósitos. Eso será dentro de diez años, mes arriba mes abajo, y aunque ahora mismo la mejor de mis opciones para dejar a Deckard fuera de combate sigue siendo la zancadilla arrabalera y a correr, tengo tiempo aún, dos lustros, de modo que ya se me ocurrirá algo más elegante, confío... El caso es que yo tendré 41 entonces y ella andará por los 37, bien guapa y madura y con el genio replicante a flor de piel —esto último, de hecho, como toda mujer que ha dejado atrás los veintitrés—. No está mal el apaño, sobre todo cuando caes en la cuenta de que para ese entonces muy probablemente ya habrás quemado dos terceras partes de tu pila conejera duracel... Está claro que tendré que prepararme también un buen discurso. Y mantenerme en forma, qué duda cabe... O eso, o empezar a fumar, que siempre da caché.

Las cuatro y cuarto de la madrugada, compañeros, y esto da puta pena, me marcho al sobre, a ver si Morfeo reparte suerte.



abril 13, 2009

Pescado frío



Supongo que por mucho que haya uno leído y releído a Ballard es siempre un trago difícil, todo y que muy probablemente se antoje peor de lo que en realidad es: se te queda hecho un ovillo de espino en el fondo del pecho, justo en mitad del corazón derrotado y las inagotables reservas de autocompasión barata: la muerte del afecto... Lágrimas sensibleras y cuchilladas de dolor que de uno salen y en uno se quedan.

Lo único que diferencia una noche en la que escribes de una en que obvias hacerlo es la dosis de rabia. También, por supuesto, la impotencia, esa bomba lapa adherida a la voluntad. Si ambas superan cierta masa crítica el artefacto estalla, el individuo explota. Detono. Primera del singular. Sucede esto.

¿Y luego qué? Luego nada. Fin de la subasta y fin del espectáculo, pasemos al siguiente lote... Son las dos menos veinte de la madrugada de un 13 de abril como podrían ser las doce menos cinco de un 26 de febrero del 2019 y Deckard acabase de dejar lista de papeles a Joanna Cassidy, la replicante Zhora —¡qué guapa y qué estupenda estarás entonces, Joanna!—. Para cualesquiera de los posibles entonces que pudiesen devenir de este preciso ahora, sí o sí, ya habré muerto. Si no por fuera, sí desde luego por dentro. Si tuviese exmujer lo más seguro es que me acabase llamando "pescado frío". Pero resulta que no...

Todo parece declinar hacia cierta área de doméstica catástrofe, niágara de vidas desperdiciadas entre la terapia de sofá y una dieta de microondas. Los libros se han callado, son poco más que una nueva capa de pintura en las paredes, polícromos lomos silenciados. A la tele se le han comido la lengua también, la tengo muteada, me acompaña, lo que se dice, a base de patéticos resplandores. En meses sobrevendrá el apagón analógico y al fin podré tirarme a la basura con ella. Pero antes una conocida marca de condones anuncia orgasmos femeninos con las lenguas y las pollas en off... Al final va a resultar que Zygmunt Bauman va a tener razón, pero tendrá que darse prisa, de lo contrario tal vez nunca me dé tiempo de comprar —que no leer— su Polvos Líquidos.

Escuchar, si es que en verdad escucho algo, escucho las mismas guitarras y baterías que hace apenas cuatro años, más por azar que por consecuencia, pero ahí están. Veranos más luminosos aquéllos, por descontado. Cada día futuro que se desangra deslustra al precedente en su hemorragia, no hay lejía que ataque semejante cantidad de evisceraciones.

Todo proceso depresivo tiene la ventaja de no cansarte en lo físico; la corriente de marasmo e indolencia, como río manriqueño de aguas ciclotímicas, te lleva hasta desencadenarte... ¿Podría quitarme de en medio en este instante? Eso sería dar la oportunidad de verter lágrimas a quien no las merece. La capacidad de llorar a tumba abierta, como las cruces de hierro, se ganan a cara de perro en el campo de batalla del día por venir. Y si Malcolm Lowry le dio con tanto afán al ukelele seguro que fue por no ladrarse un tiro en la jeta alcoholizada...


abril 06, 2009

En tu sangre mi meaba, sí, en la tuya...


Me dice Sam que por qué he quitado los comentarios y yo, más que responderle, me encojo de hombros y tuerzo el gesto como viniendo a decir qué quieres que te diga, macho, si yo sólo trabajo aquí... Si le digo la verdad, que fue para esto, para ir poco a poco quedándome solo, me saldrá con lo suyo de siempre, que son excusas, todo baratos pretextos y acto seguido pedirá una cerveza que no me pienso beber. Conque mejor el gesto hipócrita —que tanto dice, nada cierto— y para aderezar, el silencio, siempre la mejor opción y nunca la primera. Así nos pinta la pelambre. Pero es verdad, lo hice por esto, por quedarme a solas, quedarme solo, lentamente se van apagando las luces, y cabe decir que lo estoy consiguiendo, puede que hasta demasiado bien, ya tiene guasa: las noches empiezan a ser como para arrojar los sesos por el fregadero...

Así, de todos modos, si me viene en gana decir que me siento un poco como Mendel, el de los libros, vengo y lo suelto y me quedo tan ancho. Me importa un pito quién sepa o deje de saber quién fue Mendel el de los libros o cómo se lo hizo Stefan Zweig para conseguir las pastillas de veronal. Las calles están llenas de librerías y bibliotecas. Y a los vagos irredentos siempre les queda la Red, donde está todo, y todo mal. A la distancia de un simple clic. ¿Acaso os lo vais a perder?... Sólo me hace falta que me tilden de elitista o ávido de proselitismo para que vaya corriendo a por las dos tazas. Y cien si hace falta... ¡Las ganas que me quedan ahora mismo de hablar como si pretendiera hacerme entender! Quede eso para quienes tienen aún un discurso que echar a perder...

Conque soy un algo como Mendel. No me entero de nada porque el mundo me parece basura, yo a lo mío, y estalla la guerra alrededor y ni me inmuto. Yo a lo mío. Hasta que llega el tiempo, el Tiempo, y te alcanza, se te lleva por delante, y para cuando te quieres dar cuenta ya se te pasó el arroz. Se acabó el Yo y se acabó lo mío... La historia de nunca acabar. Quizá debería apuntarme a clases de moai tai. Darle de patadas a un pelota cada domingo empieza a quedárseme estrecho.

Pero cada cual tiene su particular mundo de ayer en el que quedarse varado, no sólo Zweig. En el mío los vampiros eran lo que tenían que ser y mordían como se esperaba de ellos, y no como ahora, que entre unas y otras y las de más allá han conseguido rebajar a los míticos nosferatu poco menos que a una altura de happy meal. Moñardeo de diseño sin compasión. Ojalá viniese Van Helsing y les metiese a todos una estaca por el culo...