Resistencia en el flanco débil

febrero 04, 2010

Todo lo demás es porno

Me pregunta S. que si me volvió a dar por ahí, a si volví a escribir algo se refería, ya saben, actualizar y todo el rollo; que si ya me podía dar por perdido definitivamente para el blogogallinero o qué coño estaba pasando conmigo; que si tenía en cuenta qué imagen estaba dando de mi persona tener en primera plana tanto tiempo a Hitler con el lagrimal abierto, tal que si fuese humano y demás tremendismos. Que si basta ya de este silencio y esta indolencia, en suma, como si en verdad me hubiesen de quitar el sueño aquellos que no sabiendo leer entre líneas piensan que toda imagen ha de ser por fuerza como su sentido de las vidas —no sólo la suya, también las de los demás, tiene cojones—, esto es, contumaz y monosémica. O lo que es lo mismo, como si el problema lo tuviese yo en lugar de ellos... Acabáramos.

Pero es cierto, me debo un momento fuera de este mundo patibulario en el que el rigen bifrontes tanto la ley del más mentecato como la irregular cadencia de los intestinos. Cinco minutos aquí y veinte allá para asuntos y entremeses prohibidos en el manual de instrucciones de los adictos al meridiano de la tibieza. Benditas anormalidades, rarezas, exangües ilusiones cuyo soslayo me diezma a la par que me posterga. En este caso la responsabilidad es sólo mía, lo reconozco.

Otro tema bien distinto es que de un tiempo a esta parte, no sé cómo demonios, recala por aquí puntual gente que sabe apreciar, dejando huella además, lo que me desconcierta no poco, justo cuando yo ya me siento ajeno a cualquier solución de continuidad y/o escape, pero en fin, les agradezco la molestia y les aprecio los parabienes. Si algún día alcanzo a recucitarme o bien sobreseerme quizá sus ojos pacientes lo contemplen y en ese preciso entonces exclamarán: ¡¿pero qué coño?!

Conque a la mierda un poco todo, supongo que algunos comprenderán.