Resistencia en el flanco débil

octubre 10, 2011

Welcome to Humanimal's Park



De las cuatro principales de H. G. Wells, La isla del Doctor Moreau la barrunto la más floja. Oro para El hombre invisible, plata para La guerra de los mundos y el tercer puesto del cajón para La máquina del tiempo. Así que el buen doctor bisturí tendrá que conformarse con un diploma olímpico. No hay más. Lo que aún no he decidido es si eso significa que es lo peorcillo de la camada o simplemente lo menos bueno. En general con Wells siempre me ocurre lo mismo, que lo acabo leyendo con el piloto automático, como por consenso: como esos profesores brillantes que jamás debieron pisar un aula: antes de iluminarte con su talento ya te han noqueado con su murga. Un poco eso.

De cualquier modo, que no se diga que sólo me interesa la ruina, que no se diga que digo que ésta novela es poco más que un Mad Doctor de pacotilla, si es que al final hay que sacar algo en claro que sea esto: lo que diferencia al hombre de las bestias no es la laringe, es decir, el lenguaje, o lo que es lo mismo, el pensamiento, sino el uso que uno y otras le dan, sobre todo si conduce a engaño, de tal modo que el hombre no es tal, el bebé no deja de ser bestia para convertirse en hombre hasta que llega el día en que aprende a mentir. Sea.

Por lo demás, La isla del doctor Moreau es un Michael Chrichton anticipado, un Jurassic Park victoriano.


7 comentarios:

Palimp dijo...

Vale que los pioneros lo tienen más fácil, pero fíjate que en estos cuatro puestos se perfilan ideas gigantescas: poderes extraordinarios, invasión extraterrestre, viaje en el tiempo y modificación genética. Y todas tratadas con inteligencia.

Javier dijo...

Palimp, lejos de mí negar el carácter visionario y pionero de Wells, de lo contrario ni me molestaría en leerlo. Lo que me ocurre con él es que me parece un escritor inteligente dentro de un narrador torpe. Con Wells antes o después siempre acaba ganándome el tedio. Verne, siendo mucho menos profundo, era mil veces más novelesco.

Wells urdía un esqueleto de trama para demostrar las consecuencias de una idea luminosa. Verne rellenaba sus esqueletos, más endebles, con la sabrosa carne de la aventura. De modo que hoy día a Wells le leo la idea y sólo la idea, y enumero a continuación su amplio reguero de cosecha. A Verne, que sembró mucho menos, lo sigo leyendo y releyendo aún con alegría, porque al margen de lo ingenuos que me puedan parecer ahora tantos de sus puntos de partida, una vez envejecida la idea, me sigue fascinando la carne, su sentido de la peripecia.

Saludos.

Mangas dijo...

¿Cree que los animales no usan el engaño para sobrevirvir? No le parece un engaño lo que hace el cuco con sus huevos, aprovecharse del nido de otro pájaro, haciéndole creer que aquel huevo es suyo para que lo críe. Si el cuco fuera mujer tremenda zorra no sería, pero es un cuco…

Y hay un montón de ejemplos más.

Así que en mi opinión tampoco es la mentira/engaño lo que nos hace, a veces, humanos.

De todos modos leeré a Wells a ver si consigue hacerme llegar a las conclusiones similares a suyas, porque sospecho que al menos para mí la lectura será otra: No perdamos de vista las estrellas.

Y por cierto los buenos alumnos aprenden tanto de los buenos como de los malos profesores, y los mediocres sólo aprenden de los buenos... Así era al menos en mis tiempos, ahora es otra historia, ahora si el alumno no aprende es porque el profe es tonto o es vago o las dos cosas, el alumno sigue siendo la leche.


En fín, saludos y cuídese.

Javier dijo...

Yo he sido siempre un estudiante muy malo. No me gustaba nada estudiar. Y en eso ni los buenos ni los malos profesores tenían nada que hacer. Pero sí me gustaba escuchar... siempre que hubiese algo que escuchar.

Respecto a lo otro usted mismo me da los ejemplos, así que espero que no se toma a mal el chascarrillo final: un cuco deja lo suyo en nido ajeno y al cabo del tiempo mamá pájara se encuentra con un polluelo grandote y horrendo. No demasiado lejos Sharon le dice a Bobby: "Cariño, vamos a tener un hijo, ¿a que estás contento?". A los nueves meses el niño sale negro como la pez. Ni que decir tiene que Sharon y Bobby son ambos caucásicos y vecinos de Midwich, pero sólo a uno de los dos se le queda cara de palo...

¿Me está diciendo que entiende que estamos ante la misma clase de engaño?

En efecto, las bestias pueden ser en ocasiones muy zorras... pero sólo las personas podemos ser tan putas.

Saludos y cuídese usted también.

Mangas dijo...

NO hablé de estudiar sino de aprender y escuchando también se aprende. Y donde escribí aprobar quise decir aprender. Mi época de estudiante mejor no recordarla, aprendí mucho, sí, pero todo a taponazos.

En su entrada hablaba de engaño a secas, ahora me habla distinguir entre un tipo de engaños y otros. Por su tono entiendo que juzga más grave el de Sharon y supongo que es porque hay emociones de por medio, porque a Bobby se le suponen unos sentimientos que la bisbita no tiene. A la bisbita le costará igual o más sacrificio sacar adelante un huevo que no es suyo, así que no creo que esté hablando de costos.

Las emociones, esa sí que es una gran diferencia, que Bobby tiene emociones y la bisbita no. Por tanto la diferencia sigue sin ser que mentimos o que engañamos, la diferencia es que podemos sentir más allá del frío y el calor, del hambre o la sed. Y por eso mismo somos capaces de deleitarnos con las estrellas, con el brillo de unos ojos, podemos crear y consumir poesía y podemos también ser una zorra, y hasta una grandísima puta . Cada cual lo que quiere o lo que puede. Y que sufrimos con el engaño, con la traición, mientras que la bisbita no.

Un placer escucharlo Javier.

Javier dijo...

Amigo Mangas,

Los caminos de la dialéctica son inescrutables. Yo le hablo del que miente y usted me habla del que recibe la mentira.

Al final, me parece, todo se reduce a una cuestión de premeditación. de alevosía. Aunque probablemente me equivoco.

Saludos.

Palimp dijo...

Confieso que Wells a veces se me hace pesado, pero también me pasa con Verne (no con todas, pero sí con muchas).

Un saludo.