Resistencia en el flanco débil

julio 09, 2009

El óvulo del espacio exterior y el esperma descabezado de Mr. Clooney



Hoy, en MainstreaM: SOLARIS (la buena no, la del Soderbegh)





Están en el futuro, no sabemos exactamente cuándo pero ahí están, en el futuro, lo sabemos porque está lloviendo, y en el cine, esto es de cajón, desde Blade Runner en el futuro siempre llueve, y no hay más tutía, por aquello del cambio climático y el efecto invernadero y esas hostias, aunque aquí estamos todos nosotros ahora, en pleno cambio climático de verdad (o eso nos quieren vender), y con un caloraco de cagarse la perra y una sequía de la hostia y no cae una gota ni aunque te mees encima.


Así que ahí están todos, y además también George Clooney, eminente psicólogo, mojándose en el futuro como el que más; mojándose por la lluvia, se entiende... Sabemos que es psicólogo porque unos tipos le cuentan sus neuras y le pagan una pastarraca por ello, y sabemos que es eminente porque no sabe cortar un pepino sin tajarse un dedo, lo cual indica que, como todo universitario que se precie de serlo, es un inútil terminal para todo lo que no sea aquello de lo que ha estudiado, así que antes de que le dé por cortarse la mano entera preparándose un bocata de mortadela para la merienda, el muy inútil, lo envían a Solaris, que es un planeta que tiene el mismito aspecto que tienen siempre los óvulos justo antes de la fecundación en todo tipo de otros spots y películas MainstreaM —como por ejemplo, ahora que me acuerde, Mira quien habla también, también conocida como Mamá, si mi padre es el Travolta, mátame tú o me suicido—, es decir, así como lilas y rosas y fosforitos, lo cual es una mamonada, señores míos, porque allí dentro, en el hornillo hembril, no hay luz valga, que no se ve una mierda, vamos, y nada es del color de nada, ¡joder ya, acabemos de una vez con esa basura!...


Así que allí (en Solaris, no en el óvulo) se topa con Jeremy Davies, el hiputesco cobarde alfeñique de Salvar al Soldado Ryan, que ya había hecho antes de subnormal en Million Dollar Hotel, todo y que en ésta da todavía más risa y pena y ganas de asesinarlo cada vez que aparece en pantalla; y se topa también con una tipa negra que tiene muy mala leche y suelta tacos todo el rato porque la dieta a base de liofilizados espaciales la está matando de gusa. Este par de mendrugos son también universitarios pero tienen suerte porque en Solaris no hay cuchillos. Pepinillos tampoco. No hay cuchillos ni pepinillos pero sí fantasmas, y ésa es la cuestión, o eso, más bien. O bien pasa que todos toman drogas, una de dos; o las dos al tiempo, y el tema es que están todos cagaditos de miedo, pedazo de austronautas moñardones.


Y en esas que al Clooney se le aparece su mujer, o mejor dicho, su ex-mujer, ya que dejó de serlo (su mujer, no su ex) al palmarla y/o suicidarse mucho y bien. Ella viajaba en metro con un pomo de puerta en la mano, así que estaba como una puta regadera, y él era loquero, de modo que hacían la perfecta pareja de tarugos; se recitaban versos de Dylan Thomas de memoria el uno al otro y se morreaban a cada instante en todo lugar, ¡como si no hubiera moteles en el mundo, oigan!... Y todas las mañanas, en lugar de "¡¡¡apaga ya el puto despertador y levanta de una jodida vez, coño!!!", se decían: "ayloviu, dear" y otras moñardadas romanticoides por el estilo, ya que en el futuro lluvioso que nos aguarda, como todo el mundo sabe, todas las parejas serán así de molonas y éste serán un Mundo Feliz...


La cosa continua cada vez más lenta y aburrida y farragosa, más incluso que la versión de Tarkovsky (lo cual ya es mucho decir, amigos) hasta que llega el final y Soderbergh se hace la picha un lío porque se le ha atragantado la digestión de la esplendorosísima, maravillosa, genial novela de Lem, y enseguida notamos que se está yendo por la pata abajo (Soderbergh, no Lem), así que entonces se mueren todos, los fantasmas y los vivos, pero en realidad no están muertos, porque ahora son todos como fantasmas, o como vivos, o como sueños, y Solaris sigue sin estar fecundado, y el pobre Soderbergh, que había dado en la diana con Traffic —y aún tenía que destrozarnos el hígado de la paciencia con aquella cagarada suprema, El buen Alemán—, se pegó la sonora castaña con esta Solaris, que es más sosa que el almuerzo de mi abuela (la hipertensa, no la que se sirve la comida de sus gatos para cenar).




Y ya está, así acabó Solaris, truñazo que ni no se comprende pero cuya banda sonora, incomprensiblemente, mola...




4 comentarios:

engelson dijo...

joder, si el Davies ese es el físico teórico de Perdidos, tiene pinta de ser muy pesado, lo que daría yo por no encontrármelo en una estación espacial

y sí, esta peli es una ful, la versión original rusa es rusa y con eso está dicho todo, de esta me gustó el chupito de oxígeno líquido, y diría algo más pero no me acuerdo

Jorozez dijo...

Sobaris, esta película se llama Sobaris. Que no se entera usted.

Javi dijo...

Amigo engs, lo del chupito de nitrógeno, conjuntamente con lo de meter a la parienta en la nave de auxilio y mandarla a tomar ótbita con viento fresco, sin duda figura en el decálogo de "Cómo tratar bien a las ex fantasmales que no tuvieron el decoro de morirse como manda el Diox". Por lo demás, espero y confío que el lumbreras que descubrió a Jeremy Davies como "actor" haya fenecido brutal y salvajemente de un ataque de ladillas.

Jorozez, por lo despierto de su comentario no me cabe duda de que es usted una persona con la voluntad de poder y la transvaloración de las morales a flor de piel. Cada vez quedan menos "ansí".

Child in time dijo...

Pues me has hecho un favor, coleguita, y no pierdo el tiempo ni la marihuana en ir a verla. Me alegro de que hayas activado otra vez lo de los comentarios. Salú, tron.