¿Otro blog pasado a libro? Sí, otro. Y la mili que nos queda... Lo de Melusina es de recibo. El arrojo de editar en formato libro blogs como en su día Juan Mal-herido y ahora Carcelona hay que reconocérselo. Ahí queda eso. Marc Caellas es un francotirador que habla de francotiradores que apuntan desde afuera, disparan desde la calle y no sobre ella, abren fuego sobre los edificios del establishment, no desde sus ventanas. Carcelona es el libro de un blog de una indignación que quiere responder a esta simple pero concisa pregunta: ¿POR QUÉ HABÉIS CONVERTIDO MI CIUDAD EN UNA PUTA MIERDA? Se trata de la indignación por una ciudad perdida, o mejor, una ciudad robada, sustraída día a día hasta convertirla en prisión. Eso sí, cárcel con marca registrada, cárcel de diseño. Barcelona es la isla penitenciaria de John Carpenter (1997/2013), pero con Presidente autonómico de por medio...
Caellas reparte la leña que es justa y aun otro poco de propina, su sorna y sátira, sobrias y sin embargo aceradísimas, van dirigidas a tres blancos bien diferenciados: de un lado los políticos y demás caterva de establecidos, trajeados chupópteros vendehumo que han visto en la ciudad condal la perfecta carótida sobre la que ensayar sus colmillos, llenar sus bolsillos y de paso tratar al respetable como si fuese gilipuertas; del otro lado los verdaderos gilipuertas del meollo, esas nuevas piaras tribales, todas ellas legión, que han transformado las calles de la ciudad otrora cosmopolita en un nuevo y patético freakshow de pesadilla: snobs, pedantes, posculturetas, moderniquis, fashion-weekers, guiris a tutiplén, goticazos, hiperconectados, blogomierders, twitterzombis, starbuckmaníacos y demás fauna impresentable, a la que en su día tan bien ya les enmendó la plana Carlo Padial en su hilarante Dinero gratis; y en tercer lugar están los durmientes, esos reclusos ensimismados en un falso sueño de libertad, ni siquiera conscientes de su condición de reos sumisos y obedientes. Vencidos y cabezas gachas transigentes que, como el kafkiano personaje del cuento Ante la ley, ni siquiera alumbran la posibilidad de estar habitando una prisión de muros transparentes.
Y parace que sí, que razones no le faltan a Caellas para todo su abanico de invectivas, pese al cual aquella mítica Barcelona de Vázquez Montalbán —la de Carvalho, por tanto— se antoja ya algo irremediablemente perdido, otra Atlántida para la lista, y que bien podríamos intercambiar el nombre de Barcelona con el de tantísimas otras ciudades, españolas y no, obteniendo en el empeño una más o menos idéntica radiogafía. Los rayos X de una mal degenerado y degenarativo. La placa de una demencia. Tal vez no haya remedio, pero al menos debería quedarnos el gritar desde lo hondo de nuestra celda acolchada. O bien el reírnos en la puta cara de tanto celador sinvergüenza.
Caellas reparte la leña que es justa y aun otro poco de propina, su sorna y sátira, sobrias y sin embargo aceradísimas, van dirigidas a tres blancos bien diferenciados: de un lado los políticos y demás caterva de establecidos, trajeados chupópteros vendehumo que han visto en la ciudad condal la perfecta carótida sobre la que ensayar sus colmillos, llenar sus bolsillos y de paso tratar al respetable como si fuese gilipuertas; del otro lado los verdaderos gilipuertas del meollo, esas nuevas piaras tribales, todas ellas legión, que han transformado las calles de la ciudad otrora cosmopolita en un nuevo y patético freakshow de pesadilla: snobs, pedantes, posculturetas, moderniquis, fashion-weekers, guiris a tutiplén, goticazos, hiperconectados, blogomierders, twitterzombis, starbuckmaníacos y demás fauna impresentable, a la que en su día tan bien ya les enmendó la plana Carlo Padial en su hilarante Dinero gratis; y en tercer lugar están los durmientes, esos reclusos ensimismados en un falso sueño de libertad, ni siquiera conscientes de su condición de reos sumisos y obedientes. Vencidos y cabezas gachas transigentes que, como el kafkiano personaje del cuento Ante la ley, ni siquiera alumbran la posibilidad de estar habitando una prisión de muros transparentes.
Y parace que sí, que razones no le faltan a Caellas para todo su abanico de invectivas, pese al cual aquella mítica Barcelona de Vázquez Montalbán —la de Carvalho, por tanto— se antoja ya algo irremediablemente perdido, otra Atlántida para la lista, y que bien podríamos intercambiar el nombre de Barcelona con el de tantísimas otras ciudades, españolas y no, obteniendo en el empeño una más o menos idéntica radiogafía. Los rayos X de una mal degenerado y degenarativo. La placa de una demencia. Tal vez no haya remedio, pero al menos debería quedarnos el gritar desde lo hondo de nuestra celda acolchada. O bien el reírnos en la puta cara de tanto celador sinvergüenza.
6 comentarios:
Iba a decirle que se había olvidado de un blanco. Que en las ciudades están los de los trajes, los de las tribus, los durmientes y los muertos. Los muertos formaron parte un día de uno de esos tres grupos, hasta que... ya sabe... Yo me considero uno de ellos, uno de los muertos de mi ciudad. Pero la pretendida llamada de atención no tiene sentido, usted hablaba de blancos y los muertos ya no son diana, ni para Marc Caellas.
Por último se medio envalentona con la ilusión de reirse en la cara del celador... Permítame la expresión, el atrevimiento y el consejo: Tenga cuidado, aunque la palabra celador parezca sinónimo de estúpido no todos los son, y no sólo eso, además algunos son bastante crueles. Se acuerda de la enfermera de Alguien voló sobre el nido del cuco? ¿Y del chaval que se suicida? Hoy soy un muerto, ayer fui ese chaval. Lo dicho, tenga cuidado.
No soy un entendido en idiomas pero creo que el título debiera ser "Carcelona cries".
Mangas,
Mi conocimiento del inglés encuentra su definición, más o menos y a ojo de buen cubero, en las entrañas de un cocido madrileño. Pese a todo, yo no quise decir ni "Carcelona llora" ni "El Lloro de Carcelona", quise decir eso "Carcelona lloro", todo lo agramatical que le parezca, pero eso: Carcelona llanto, Carcelona lamento. También me habría gustado Carcelona grito, más munchiano, pero con grito a nivel sonoro no me cuadraba el título. Me cuadraba eso y sólo eso: me cuadraba "Carcelona cry"... Así. No sé si ha tenido acceso al libro de marras pero viendo la titulación que Caellas dispone para sus capítulos creo que se entiende mi elección, o al menos yo creía que se entendía cuando puse el título. Tanto da. La responsabilidad sigue siendo mía y sólo mía. Pero tiene usted razón, si le hubiese dado más caña al inglés ahora a lo mejor no estaba sin curro. O también...
Respecto a los muertos. Nada les impide convertirse en blanco. Sólo que si se les dispara, entiendo, es por ocio o aburrimiento o un simple querer afinar la puntería. No se saca mucho más de ello aparte del gasto en munición. Eso suponiendo que estén muertos de verdad. Bien muertos. Digo yo. Aunque es un decir, como tantos, del todo apriorístico.
Respecto a lo demás. Fíjese que yo tal vez me envalentono o doy más bien la impresión de que me envalentono. Yo ni siquiera vivo en Carcelona. Pero siento mi pequeña y provinciana ciudad una cárcel semejante, y pese a ello gritar y llorar, grito y lloro poco, y me indigno nada más que lo justito. A lo mejor no soy más que otro muerto igual que usted, algo más patético inclusive, pues me engaño al pensarme solamente agonizante, pero vivo... De todos modos, lo que le decía, que mis dos últimas líneas del texto empiezan con un potencial, un condicional, una hipótesis: "...pero al menos debería quedarnos el gritar...".
La teoría me la sé, otra cosa es que me la crea y otra aún más lejana que la comparta.
Saludo.
Si pertenece a lo logia idioma=trabajo yo que usted abandonaba el inglés y concentraba las fuerzas en el chino mandarín. Siento que se encuentre parado.
En las pelis cuando se dispara a los muertos suele ser poruqe aunque el tipo esté finish el miedo que provoca aún sigue vivo. Tampoco recuerdo a ningún malo malísmo desperdiciando munición, haciendo el idiota con la pistola o afinando la puntería. Esos comportamientos son más típicos de mejicanos feos y borrachos. ASí que me reafirmo los muertos no son diana salvo de borrachos, miedosos o incompetentes.
No vive en Barcelona... Yo pienso, creo, tengo la teoría, y seguro que lo leí en alguna parte, que uno no es de la ciudad en donde nace, o en la que vivió más tiempo, yo ( otra vez yo) creo que uno es de la ciudad en que ama, o en su defecto de la ciudad en que amó. Y si uno nunca ha amado no es de ninguna parte, ni está preso en ningún sitio.
Me hago a la idea de qeu Bono no será santo de su devoción, pero la guitarra y el bajo merecen una oportunidad: "Where the street have no name".
Saludos
Mangas,
Vaya por delante que muy claro no lo tengo, pero que si a alguna logia pertenezco debe ser a aquella que piensa que a aquellos que pertenecen a logias nunca les falta un empleo. No sienta mi desempleo demasiado, yo no lo hago.
Todo lo que me replica de los muertos me lo guardo en el disco duro de la tocha y lo valoro muy mucho, lo rumio, le doy vueltas, en disparar a a los muertos, además del miedo, tiene que haber por fuerza un desarrollo hiperplásico y potente de la culpa... Una luz sucia. Y me vuelven a venir los muertos almenados de Beau Geste a la cabeza, fíjese qué le digo... Como pertenezco a esa generación de españolitos repanocha que ya no tuvieron que hacer la mili, no sé, se lo doy todo por bueno porque la única arma que he disparado en mi vida era de aire comprimido. Soy todo insustancia, ya ve.
Barcelona, amada y odiada, me la han matado tantas veces que ya no sabría decirle si es ella la cárcel o lo soy yo. Kavafis observa en silencio y aguarda su oportunidad de darme con el palo...
A mí Bono no me desagrada. Antes me gustaba más que ahora, claro. La que usted me cita es buenísima. Pero a mí siempre me tiró mucho más ésta:
http://www.youtube.com/watch?v=1iYXEkRUpFk
Ingenuidad, ternura; espejismos...
Saludos.
Marc Caellas ha tenido a bien reseñar en su blog este post mío sobre Carcelona (http://bcarcelona.blogspot.com/2011/10/carcelona-cry.html), apuntando además algún que otro detalle que considero importante, por lo que copio a continuación sus propias palabras:
"Sólo quisiera aclarar que Carcelona, el libro, no es un resumen del blog del mismo nombre. Es difícil de calcular con precisión pero diría que el 80% del texto publicado es material nuevo, escrito para la ocasión. El editor me lo dejó claro desde el primer momento que empezamos a hablar de la posibilidad de editar un libro. No quería repetir la experiencia de Juan Mal-herido. A los lectores no les gustan estas operaciones de cambio de formato. Dicho esto, celebro que haya usado la terminología con la que bautizo los diferentes capítulos. Sabe él como yo que es incorrecto en el inglés de la BBC. No lo es tanto en ese inglés para todos los públicos que usan los guiris y los demás extras del parque temático Carcelona."
Por lo demás, agradecerle a Marc la atención prestada así como sus palabras, y sobre todo y principal, su libro.
Un saludo desde aquí.
Se trataba entonces de un guiño al libro, y un guiño a los turistas.
Disculpe, aunque usted evidentemente no es Audrey Hepburn en My Fair Lady yo tengo alguno de los defectos del pretencioso y estúpido Sr. Higgins.
Feliz fin de semana.
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