Decidir nuevas lecturas es casi siempre problemático, sobre todo si tu biblioteca ha adquirido dimensiones absurdas, más allá de cualquier teología y geometría, pero escoger qué libros van a viajar contigo en la maleta vacacional es ya un desespero, una sinrazón considerable: en mi caso, salgo de casa con más libros de los que sé a ciencia cierta que tendré tiempo de leer y, no conforme con eso, encima vuelvo con el doble, a veces más. Hace tiempo que dejé de buscarle el sentido a esta incontinencia, no lo tiene, es un vicio como cualquier otro, una psicopatía y una adicción como las hay tantas. La cuestión es muy otra: el quid está en saber si los bibliofrénicos somos o no sujetos peligrosos... "Necesito dinero; mucho más dinero que el 'común de los mortales'. Tengo un cerebro que mantener". Este chispazo de ingenio es del último Roger Wolfe, de su Siéntate y escribe... Cambien "dinero" por "libros" y ése soy yo. Es una enfermedad, y gorda, cierto, pero es mi enfermedad, mi mierda, ya saben, un poco como lo del hijo tonto. Qué quieren que les diga.
Otra cosa que es un sinsentido y una parida es el turismo. El viajar. Vivir tres meses, seis, un año en otro lugar es ver mundo. Pasarse una semana pateando paisajes ajenos a una cámara digital pegado, en cambio, es un esnobismo hipermoderno. El nuevo opio. El juguete nuevo de una clase que se tiene por media. Un placebo más. Ratas en el laberinto... Pero aun así lo hacemos, pese a todo viajamos corto y viajamos caro, hacemos el turista, porque respirar el mismo aire todos los días nos enloquece y nos copa el tubo de escape. No hay tu tía. El mío es siempre que puedo un turismo de guerra. O lo que es lo mismo: otra coña marinera, otra pedantería. Pero es mi coña marinera y mi pedantería... Ya saben cómo funciona.
Conque nos vemos por aquí en unos días, si no hay mala suerte de por medio, a mi regreso de las Ardenas...
Otra cosa que es un sinsentido y una parida es el turismo. El viajar. Vivir tres meses, seis, un año en otro lugar es ver mundo. Pasarse una semana pateando paisajes ajenos a una cámara digital pegado, en cambio, es un esnobismo hipermoderno. El nuevo opio. El juguete nuevo de una clase que se tiene por media. Un placebo más. Ratas en el laberinto... Pero aun así lo hacemos, pese a todo viajamos corto y viajamos caro, hacemos el turista, porque respirar el mismo aire todos los días nos enloquece y nos copa el tubo de escape. No hay tu tía. El mío es siempre que puedo un turismo de guerra. O lo que es lo mismo: otra coña marinera, otra pedantería. Pero es mi coña marinera y mi pedantería... Ya saben cómo funciona.
Conque nos vemos por aquí en unos días, si no hay mala suerte de por medio, a mi regreso de las Ardenas...
2 comentarios:
A las Árdenas hay que viajar en invierno, caballero, para que te tiemblen los dientes como les debieron temblar a los aliados de frío y miedo.
En cualquier caso, feliz viaje, Javi. Ya me contarás
Un fuerte abrazo
CEci, sólo con la rasca que metía por la noche en pleno julio ya tuve suficiente para saber que meterse allí a hacer la guerra en pleno invierno sólo podía salir de la cabeza de un trastornado como Hitler.
Por otro lado, como usted bien sabe, los de mi "sector laboral" NUNCA tenemos vacaciones en Navidad...
Abrazo fuerte.
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