Resistencia en el flanco débil

febrero 22, 2011

Épica de intolerable asimetría


Salí y era la noche. Era yo metido hasta el cuello en la noche del acero y la barbarie. Era yo con nombre de peligro y subtítulo de cacería. Una pesadilla con los dientes aserrados, el instinto de un tiburón sobre la sangre de la incauta presa. Robé un coche. Dejé sin sentido a un segurata. Quizá lo maté, cualquiera sabe. No podría asegurarlo. Quizá acabé con su dieta hipersaturada en grasas y películas guarras e hijos con enfermedades incurables y extrañas por las que ni un infinitesimal porcentaje de población se lavaría la conciencia en una maratón televisiva. Yo era un fuera de la ley del imperio de la lógica, la singularidad a eliminar de la ecuación de la ortodoxia cotidiana, el antídoto contra la intolerancia sobre el que cualquier farmacéutica pondría precio, a tanto la cabeza, viva o muerta, tanto da, el caso es saberla separada del torso. Conduje hasta la extenuación de mis instintos y la noche no acababa. La noche era acero y era barbarie y era el túnel cegado del absurdo remasterizado. El puente tan lejano siempre de todo cuanto se anhela y se persigue por encima y a pesar de las propias posibilidades. No sé en qué momento, en qué intensísimo último segundo mordí el polvo y me supe este bosque petrificado, asfalto de la sangre del asfalto, este sordo no volverme a levantar. Había corrido contra la noche de acero, la noche sin luz y sin luna de los desesperados, pero la negra oscuridad y su barbarie me habían echado de la carrera. Y ahora sabía y sentía en derredor la solidificación esclerótica de todo lo posible. Un pedazo roto de desafío tirado en la cuneta umbría, mientras allá lejos, ajena a mi épica resquebrajada, la vida una vez más amanecía. Alcé y era la noche. Era yo metido hasta el cuello en el saco de escombros de los minutos de la basura de la noche. Escoria de acero y de barbarie.


3 comentarios:

Atherida dijo...

La cabecera de tu blog es gloriosa, incomparable. El título, lo mejor que me he echado a los ojos en lo relativo a nombrar blogs.
Me gusta lo que voy leyendo, aunque me depriman las fotos de corte bélico. Yo todavía fumo y colaboro, todavía sigo sin soportar los inviernos, y tengo alergia a los gatos.

Enhorabuena por este sitio.
Saludos.

Javier dijo...

Gracias por tus palabras.

Supongo que nos seguimos viendo por aquí.

Un saludo.

Javi.

Atherida dijo...

Nos seguimos viendo, cómo no.
Grande el último post. Parece escrito para mí -pero no, claro-. Después de unos meses en paro, vuelvo a caer en las garras de los gañanes entrajados. A ver si no me arruinan del todo el polvo.

Yo era MUY "hipocondrias". Luego murió mi hermano y vi clara y humildemente que ése es también mi destino: morir. El de todos, al fin y al cabo. A lo que iba: me pregunté entonces si la hipocondría -la mía- era miedo a la muerte, a la enfermedad, al sufrimiento, a todo a la vez o sólo a una o dos de esas tres cosas. Descubrí que a ninguna de las tres; creo que era (es) miedo a la vida. Me dije que vivir con miedo es morir prematuramente y que para eso ya está el suicidio. En larga y feroz contienda, me confronté con la posibilidad autolítica. Quise pero no pude, pude pero no quise.
De modo que, en mi opinión, vivir con miedo es vivir muy mal, vivir muerto. Febrero se acaba. Se acabará el frío. Se acabará también la vida, pero todavía no.
Se acaba la hipocondría, si hay empeño, con tiempo de sobra para vivir vivos antes de morir muertos.

Saludos.