Se acaba el domingo y me lo debo todo, mi marasmo extiende cheques que mi minutero no puede pagar, así desde que me conozco, desde que me tengo noticia. Y no crean que no soy consciente, que no sé que cojo la sintaxis y la torno chicle, la masco, la rumio, le rompo el coño, la hago fosfatina, y más de alguno de ustedes me querría dar tres hostias. Pónganse a la cola, no obstante, que empieza a tirar larga. Y más que va a tirar, ya verán... Al tiempo.
No deja de destilar, con todo, cierta ladina ironía, descojone mostrenco, este saberse forajido de la lengua con poco o ningún peso específico. Uno del montón, uno entre tantos, se busca vivo o muerto, 1000 eurillos de recompensa, sobre todo desde que, en cierto modo, puntúo contra la Academia. La cotización de mis cojones sube enteros por cada adverbio o pronombre que acentúo como fue menester. Pero yo no he venido aquí a decir que una ortografía de lengua que se precie de tal cosa no debería ser un prostíbulo barato... Hay quien cobra dinero estatal por velar para que eso no fuese así...
Ya ven, me he vuelto un malhablado y me he vuelto un mendaz. Atravieso uno de esos periodos de caída, de sudármela bastante casi todo, que soy hijo de vecino como usted o usted y también tengo derecho a ser un repanocha cuando me da la fiebre. Lo peor, con diferencia, es que también me estoy volviendo un malqueda, y eso ya me abruma más... Así que Ce., recibí lo tuyo, ten paciencia, te escribiré; Sergi, estoy en ello, lentamente, pero en ello, no me lo tengas a mal; Anna, aún no he encontrado las ganas y el tiempo para Gaudé, para los otros tampoco, lo siento; Alex, lo tuyo habrá que hablarlo con una caña de por medio o un café, lo que no sé es cuándo y si en esta galaxia, te digo algo; PiscoTxema, qué decir... tú sabes y yo sé...
Por lo demás, lo paso guapo leyendo estos días a Mark Oliver Everett, sus Cosas que los nietos deberían saber. No les digo que a lo mejor de aquí a poco les digo algo al respecto porque no, no lo voy a hacer. Sólo esto: sus nietos no sé, sus nietos mejor no, pero algunos de ustedes bien, harián bien si le diesen cancha.
Y luego está lo otro, cuando esta noche he soñado que me mataba con el coche y me he cagado en mi vida. Demasiado Ballard, demasiada cafeína. El bromuro destrempante de los días ruines. Ha sido bastante hardcore, lo reconozco. La sensación de estar atravesando la laguna estigia con el parabrisas por montera y los dientes hechos cristo. El cuerpo roto. La oscuridad. El no ser y el no lugar hasta los restos de los restos de las cenizas de la eternidad. Todo cuanto soy desmadejado, desperdigado por un suelo sembrado de diminutos pedazos de vidrio y hedor a hierro quemado y retorcido. Eso es violencia. Me estoy buscando y está visto que me voy a encontrar. Que llamen a los bomberos, porque va a ser sonado.
3 comentarios:
Tenía muchísimas ganas de leer el libro de Everett y, casualidades, me lo han regalado este fin de semana. Y eso que apenas he escuchado nada de Eels, más allá de un disco sobre hombres lobo ("Hombre Lobo", me dice la wiki que se llama).
Este año toca morir.
cuanto menos es sepa mejor
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