Resistencia en el flanco débil

mayo 21, 2011

La mentira que seremos





Por lo que a mí respecta, todo escritor de la tierra, la tierra ibérica, lusos aparte, se entiende, que decide no escribir una novela —otra más— sobre la Guerra Civil me merece un respeto. Si además resulta que escribe una novela bélica, sobre una guerra que no fue la suya ni la de sus abuelos, se entiende, entonces me merece dos. Un par de respetos bien gordos. Claro que El espía de Justo Navarro no es en puridad una novela de la Segunda Guerra Mundial, como tampoco lo es, en puridad, policíaca, detectivesca o negra o polar, aunque muy en puridad, esto es así o al menos ahora mismo se me antoja de esta manera, se sienta como un brillante y a la vez espúreo y a la vez ejemplarmente sintético cruce de estos géneros: el bélico y el policíaco... y aun si me apuran, ante todo y sobre todo, también el falso documental. Si Ezra Pound fue o no traidor o espía, una cosa o la otra, o bien ambas facetas cohabitaron la misma persona, el mismo poeta, en sus últimos años, en la Italia vehemente de Mussolini y la Europa devastada de Hitler, justo en el centro del siglo de la violencia y el rencor, eso es sólo el pretexto, el macguffin escogido por Navarro para sostener su trama metaliteraria, su nueva novela, El espía, que es también su apología de la irrealidad. Todos sus personajes, desde el filofascista Pound al narrador impostado J. N., pasando por el novelista que nunca fue, Trenti, o el agente poseído por la incertidumbre, Manganaro, se ven atenazados por el peso de la irrealidad, la sospecha más que razonable de que su vida, nuestra vida, el momento presente, este ahora que siempre sentimos fiable, no sea, tal vez, otra cosa que la constante y sucesiva permutación de un engaño: que somos mentira. Que todo cuanto pensamos cimiento y esencia de nostros mismos, todo cuanto sentimos nuestra íntima verdad no sea otra cosa que ficción, fábula, impostura: una falsa identidad inventada para nosotros e implantada sobre nosotros por un servicio de contraespionaje inescrutable, ubicuo y superior.




2 comentarios:

Beatriz Peñas dijo...

A mi me gustan los libros sobre la Guerra Civil...y las pelis...en cambio los de la Guerra Mundial menos...está claro que en esto no estamos de acuerdo xD

Javi Iglesias dijo...

Ya, bueno, llámame pragmático, pero puestos a hacer la guerra y no el amor, yo me apunto al bando de los que deciden salir al campo de batalla calzando otra cosa distinta de sandalias...