Resistencia en el flanco débil

agosto 28, 2009

El que hijoputa nace, hijoputa muere...




No hay más que echarle un vistazo al semblante de Werfel en la portada de su Reunión de bachilleres para darse cuenta de la cara de cabrón redomado que tenía el tipo, claro que, bien mirado, si te toca la suerte perra de vivir la centroeuropa de entreguerras hasta se comprende; o tenías esa jeta de rottweiler rabioso o te comían vivo, una de dos... El caso es que Werfel subtituló esta novela como Historia de una culpa juvenil, y, miren por dónde, yo no acabo de visualizarle el qué al asunto, o mejor dicho, lo hubiese visualizado de no haber leído el capítulo final. Pero no. Si la hubiese subtitulado, no sé, Historia de un bastardo malnacido o Cabronerismo sin cuartel o bien Cientoymilhijoputadas a gogó cabe decir que el amigo caraperro no hubiese andado más acertado. Porque sí, ya lo sé, los niños en general y los adolescentes en particular pueden llegar a ser muy crueles y todo ese rollo, cierto, y el que esté libre de culpa es que es un replicante-florero de compañía, una suerte de Haley Joel Osment sin alma ni picha, pero a mí con estas que no me vengan. Reunión de bachilleres no es una historia sobre la culpa, trata más bien de la maldad, gratuita y esencial, el espíritu mezquino por que sí: del estoy en la capacidad de joder una vida y la jodo. No hay más. Y gente así, por desgracia, transitando el mundo sí o sí de mala fe, la hay y no poca. Este es para mí el mérito de Werfel, convertir lo que venía siendo una especie de fábula moral en crudo reflejo de lo real en el corto espacio de un soberbio último capítulo. Remordimientos de conciencia los tenemos todos, los tiene hasta el cabestro más ruín del valle, pero sólo a una raza de escogidos pusilánimes les arruinan una noche de sueño de tanto en cuando. Las demás, a pierna suelta...

2 comentarios:

CEci dijo...

Yo sigo viendo "Reunión de bachilleres" más bien como una historia sobre la culpa y lo que esta le hace al juez Sebastian. Que no es demasiado, por cierto. Esta novela viene a demostrar eso de que los remordimientos de conciencia no son tales; sino pesar o incomodidad por no poder beneficiarnos de una acción que nos reporta un bien.
Pero sí, el adolescente Sebastian fue ruin hasta decir basta. Y espere a conocer al juez Leónidas de "Una letra femenina azul pálido" (Anagrama). Esta pequeña novela es bastante curiosa. Parece previsible pero no lo es y sigue también con el tema de la culpa.
No sé, quizás tengas razón y Franz Werfel exorcice demonios sobre el papel y la culpa sea "suya", pero... no. Tú y yo siempre hemos estado de acuerdo en que una cosa es el autor y otra su personaje, aunque tenga mala cara. ¿No?
¡Un abrazo!
P.S. A ver ahora de qué hablo en mi próximo envío.

Javi dijo...

Por supuesto, el libro trata el tema de la culpa, eso está claro, lo que ocurre es que con ese final habría que añadir que más trata la "culpa" de un hijoperra malnacido, con todo lo mucho que ese detalle aporta en agravantes.

Respecto a lo demás, muy de acuerdo, Ceci, ya lo sabes, aunque me estuve informando y había un montón de peña a la que el tal Werfel caía fatal. A ver si va a ser que...


Saludo!