Resistencia en el flanco débil

octubre 08, 2013

Los últimos de la clase


Un tipo que a los 28 años ya lo tiene todo pero que, a cambio, es incapaz de conseguir que le corten el pelo en el transcurso de todo un día merece, sin ningún género de dudas, la extinción: se ha copado a sí mismo, ha alcanzado su tope. Cosmópolis, de Don Delillo va de eso. Cosmópolis, de David Cronenberg, también, aunque yo vengo a largar del libro, la película tendría que verla otra vez...

La frase clave de este libro es ésta: "La vida es demasiado contemporánea". De hecho, es tan contemporánea que apesta. La vida moderna es una verdadera cacarruta. Y una cacarruta, para colmo, acelerada. Caquita caliente a velocidades de fibra óptica. En eso nos hemos convertido. 

El psicodrama del hombre moderno ya ni siquiera es haber llegado al techo de sus posibilidades como especie racional, tampoco su inveterado aún antropocentrismo en un universo probablemente infinito, su lacra peor no es otra que una completa incapacidad para asimilar la asimetría. Para entenderla, para quererla, para prendarse de ella. Para follársela. Esto ya lo dijo mucho mejor y más molón el tío Lem en Solaris, pero a Delillo tampoco le sale mal.

No es que estemos solos en el Universo, es que somos tan patéticos y diminutos y ciegos que las demás inteligencias diseminadas por los evos desoyen a posta nuestra llamada. Ellos están ahí, observándonos por la mirilla de la puerta, riéndose de nosotros al tiempo que nos maldicen y echan pestes de nuestra inoportunidad, silentes y calmos, aguardando a que abandonemos el rellano.

Hicimos pellas en la lección de Asimetría y ahora nos toca apechugar con un curriculum gañán. Somos los puerta fría del cosmos.

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