Resistencia en el flanco débil

noviembre 02, 2011

Cuando Werner Herzog frecuentaba los alegres vestuarios masculinos




A vueltas con el gran bávaro megalomaníaco por antonomasia, Werner Herzog. Su cosa primera, su desfogue y capa de imprimación fue esta cosa llamada Herakles, un documental ¿un documental?, ¿sí?, ¿seguro?, ¡hostia no jodas! de no llega al cuarto de hora, con tíos dándole mucho a la fiebre del músculo y a la fiebre de los esteroides esto último, ¡ojo!, fuera de plano, como si tal cosa... El invento es en blanco y negro y está aderezado con musiquilla guapa, más en concretamente, con musiquilla guapa de jazz.

Como ya sabemos que hiciera o Tim Burton nos hizo creer que hiciera don Ed Wood de los jerseys de angora y que viva el trasvestismo, Herzog también junta y apeguña un montón de imágenes de archivo que mejor no sepamos de dónde ha sacado, y se abandona al corta y pega extremo, al collage desmedido. La combinación de imágenes de culturistas no confundir con culturetas, esa subespecie de obsesos y febriles aún más peligrosa y odiable que los Misters del Universo, culturistas, como decía, muy concentrados en lo suyo de darle a la hipermusculación, con imágenes de accidentes automovilísticos bestiajos, cazabombarderos lanzando pepinos a ras de suelo, vertederos a rebosar de la humana basura y demás terrores de la moderna civilización, viene a significar que más vale maña que fuerza, sí, cierto, pero que tanta maña nos va a enviar a todos a tomar por culo cualquier día de estos...

Por lo visto, Herzog ya era muy perspicaz a sus 20 añicos, qué tío, y en montando este documental ¿documental?, ¿sí?, ¿seguro?, ¡no fastidies, hostia puta! quiso venir a anunciarnos mucho antes que el jodío Fukuyama que se acabó, amigos, que esto es el Fin de la Historia. Que si el mismísimo y todopoderoso Hércules levantara hoy día la cabeza no nos duraba el menda ni dos telediarios, que o bien lo atropellamos en el primer paso de peatones y cruzando en verde o bien nos lo finiquitamos de un gripazo aviar.Pero la musiquilla es guapa. Musiquilla guapa de jazz.

6 comentarios:

Mangas dijo...

Si Hércules volviera no creo que fuera culturista ni monitor de gimnasio, ¿ de qué año es el documntal?, ahora estamos camino del 2012... No me lo imagino enfrascado en dietas, complementos alimenticios y pesas. Lo veo más repartiendo las canales del matadero y liquidándose el jornal en vino ( como buen griego) o cualquier otra droga. Y víctima de un atropello o una gripe chunga, por qué no.

Me llama la atendción el toquecito que le da a Burton: ¿duda de su palabra?. ¿No cree que Ed Wood se travistiera?. Debe haber documentación gráfica sobre eso en la red, Ed wood con jerseys marcando delanteras falsas, estoy seguro que encontrara las fotos, tanto al alcance de su mano como de la mía. Igual que otras veces. Ya me contara si finalmente las encontró y salió de dudas.

SAludos

Javier dijo...

Mangas,

De cierto tiempo a esta parte tengo por costumbre coger muy con pinzas todo lo Burton y lo made in Burton, también nos hizo creer que se había leído la Alicia de Lewis Carroll...

Saludos.

Maite dijo...

Parece decepcionado con Burton… Decepcionado y enfadado.

Hay dinosaurios de la literatura que no dan la autorización para alguna de sus obras. Saben que hacer una película de una buena obra literaria es mutilarla, grafitearla, distorsionarla… Qué padre quiere eso para su hijo. Su hijo o su hija está ahí, la segunda a la derecha pasando el Tíbet, el que quiera pedir su mano… Y no están dispuestos a globalizarla.

El caso de Burton es otro, Lewis Carroll dejó huérfana a Alicia hace tiempo y ya no se habla de él, ni de ella como se debiera, y Alicia está rozando el cielo pero se está muriendo de pena y soledad. Burton lo sabe, una vez subió a verla, habló con ella y con su padre y seguramente pensó que un hombre que es capaz de dar vida a una cosa tan genial no es de este mundo. Meditó el asunto y decidió que tenía que contar lo que había visto,que tenía que enseñarlo. Burton hubiese querido ser el dueño de un tour operador y llevar gratis a toda la gente que quisiera ir allá arriba, incluso empujar una por una las sillas de ruedas de los que no pudiesen andar, pero Burton ni es dueño de un tour operador ni sus fuerzas dan para tanto, así que hizo lo que sabía hacer: una película. Si hubiese sido pintor hubiese pintado, si hubiese sido fotógrafo… Pero es cineasta, y al igual que las mujeres que vemos en las pinturas de Modigliani no son exactamente las mujeres que posaron para él, la Alicia que creó Burton no es exactamente la Alicia que Lewis le presentó.

Burton hizo lo que pudo, y lo hizo con mucho cariño y humildad. Les habló de Alicia a millones de personas, unos irán a verla allá arriba y otros no, pero al menos saben que allá arriba, la tercera a la izquierda pasando el Tíbet vive una niña llamada Alicia.

Para mí Burton no es un reseñista cualquiera. No es uno de esos que lo que verdaderamente quieren es triunfar como reseñista, el libro, la película original les dan igual, son sólo un medio. Lo que importa realmente es Alicia, no su película, Burton ya superó esa línea. Fíjese por ejemplo en su libro, en su libro de usted, ese que desgraciadamente todavía no he leído, y mire la piltrafa de reseña que le han hecho en el Sitio. A riesgo de que me lluevan palos le diré que lo que veo más allá de la reseña es que el señor que la firma se ha sentido incluso generoso con ella y antes de firmarla y colgarla ha pensado que era una buena reseña: honesta y objetiva.

Yo no he leído el libro, es cierto, pero he leído algunas de las ficciones y confesiones colgadas en este blog y la reseña, el fondo de la reseña no me gusta aunque técnicamente pueda ser la bomba. Y hasta aquí puedo leer.

Cuídese, Javier.

Javier dijo...

Yep, Mangas,

esos palos a los que dice se arriesga diciendo que cierta reseña es una piltrafa, si le han de caer, desde luego no le caerán de mi lado, si hay algo que tengo más que asumidísimo es que entregar tus líneas a la imprenta es poner en venta tu alma. Se trata, por lo tanto, de una servidumbre. Tienes que tragarte sí o sí todo lo que te venga. En cierto modo, ponerle un precio a "tu arte", un precio en euros e impreso en la portada, te quita el derecho a réplica. Si pasado mañana viene usted aquí y me dice: Javier, he leído su libro y me parece una soberbia mierda, yo diré que Ok, que vale, que de acuerdo... Al menos ésa es mi opinión.

Y lo que cuenta para mí cuenta para Burton. Ya sabe de qué va el asunto: las opiniones son como el culo, como el culo de todo aquél que primero ha apoquinado en caja: cada cual el suyo... Todos ellos tan opinión y tan culo como los del resto -de apoquinadores.

Mi culo, sin ir más lejos, entró a la sala de la Alicia Burtoniana previo pago de su importe. Y si hay algo que mi apoquinador culo no perdona en un cine es que lo aburran. El cine es un arte pasivo que te encierra en un lugar oscuro durante dos horas. No puedes hacer nada más que estar allí y ver la película. Y si la película es una aburrición sólo te queda dormirte o salirte a media proyección o desconectar la mente pensando qué bien estarías en casa leyendo una novela o echando un polvo sulfuroso... Que salgan los créditos finales y me diga: por qué cojones he tirado al hoyo dos horas de mi vida en semajante tedio... Eso me da de arder. Ni que decir tiene, visto lo visto, qué me pareció la Alicia Burtoniana.

Todo lo que usted me dice del Tíbet y los dinosaurios y las Alicias reencontradas y bienhalladas está muy bien y es muy cierto. Lo comparto. También le digo y comparto lo contrario: yo, sin ir más lejos, no he vuelto a leer una aventura de Alatriste desde la película, y de eso no tiene la culpa Reverte, la tiene Díaz Yanes. Así de simple. En el momento en que cobras peaje por el acceso al arte lo estás convirtiendo en producto, en mercancía, así que ten a disposición del cliente las hojas de reclamación que sea menester.

Por otro lado, usted ve cariño y humildad en la Alicia de Burton. Es su opinión que no comparto, pues yo sólo vi pirotecnia y arritmia y onanismos digitales, impropios además, del cineasta que en su día firmó Eduardo Manostijeras. Yo cariño y humildad veo en la Alicia de Jan Svankmajer. Pero Svankmajer no vende muñequitos a espuertas cada navidad a pesar de, y ya es ironía, llevar toda su vida filmándolos.

Si quiere, a partir de aquí, podemos seguir departiendo sobre cineastas y cineastas que dejan de serlo para convertirse en marcas registradas.

Yo me planto aquí.

Saludos.

Javier dijo...

Por cierto y ahora que caigo, ¿un debate muy parecido a éste no lo tuvimos ya usted y yo?

Me da que sí.

Maite dijo...

Es cierto, ya me había dicho que esa Alicia no le gustaba, pero no recordaba que la decepción fuera de este calibre.

Efectivamente, Burton tendrá que aguantarse todo lo que venga, de todas las partes. Usted se aburrió, no se lo discuto, yo es que en el fondo no soy más que un niño tonto al que se le caen los mocos con los fuegos artificiales del pueblo, es fácil complacerme. Quizá Burton pensaba en nosotros, en los niños tontos, lo cual sería un honor…

Que hay otras Alicias, muchas otras Alicias, mejores, pudiera ser… Otros cineastas, también mejores, incluso tan dignos que renuncian al merchandising, pudiera ser… Que este niño tonto a Burton se lo perdona todo, pudiera ser. Yo disfrutaría como en las fallas si Burton o cualquier otro hubiese conseguido venderle sus decorados a mi ayuntamiento, las farolas, los bancos, los letreros, los uniformes de los basureros, que se hiciera de oro el tío en mi municipio, que no se hubiese conformado con cuatro chapas y dos bolsos a un par de adolescentes. Sería muy divertido. Se acabó Hanna Montana y Justin Biebber y la lucha libre americana. Me divertiría mucho ver como los abuelos del pueblo se explican unos a otros el cambio de mobiliario público: son de una película de uno que se leyó un libro de una niña que se cae en un agujero… Y el libro lo escribió un señor que era matemático. ¿ No era escritor? Sí, pero también era matemático…

Ya ve, soy un niño tonto, no espere mucho más, … Este era una entrada dedicada a Herzog y yo me he ido corriendo detrás de una mosca.

Cayetana ni Garci me llamarían nunca…

En fin, no me haga caso y sería conveniente que se buscara otro comentarista más serio.

Buen finde.