Resistencia en el flanco débil

junio 19, 2008

Lunes, 8

De todos es conocido, el domingo fue un día por entero dedicado al saberse ocioso, al tumbing, al mostrenco entrenar la habilidad digital para el mando a distancia. También de mucho pan con nocilla primero y mucha nocilla a palo seco después; el Índice diestro —a la par que siniestro— rebañando los potes hasta dejarlos vidrio apto para reciclaje. Por eso el día siguiente, octavo de la ristra —lunes para más inri—, fue tan difícil. Pegado a la taza del inodoro en espera del Crucial Advenimiento, no se atrevió a abandonar la periferia del lavabo hasta haber finiquitado el prosaico Alumbrar. Tanta crema de cacao con avellanas no podía acabar sino en hongo-bosta apocalíptica, pedorreta crepuscular, Gran Cagalera TermoNuclear. Hasta que al fin, cuentan las NeoEscrituras, se descolgó sumidero abajo la Destructiva Deriva —ese Untuoso Ñordo Chocolatero—, auténtico tsunami vengador de proporciones bíblicas, orillando además los 3000 y más Megatones de poder y hedor destructivos.

Y es por eso que el martes que siguió, noveno de la antigua cuenta, es conocido hoy como el Día 1, Zona 0, de la Era Post-Nocillar, y la Historia de la Entera Humanidad se resume en las veintipoco horas que dura un divino tránsito intestinal. Este cagar de Dios que nos malparió a todos.



MicroPoemos de la Era Post-Nocillar, 2008



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