
Viene M. y suelta: "Anda que están las calles como para darse una vuelta... ¡Cada segundo que pasa son tetas que no sobamos!". Y hasta aquí la anécdota —y toda una filosofía de vida, no por utópica menos iluminada— sólo él y yo sabemos si real. A partir de aquí, la paranoia. Que empieza con paradoja, con aporía, nada original por otro lado, sólo cambiar tortuga por tetuda y ahí lo tienes: "Zenón de Elea de Mario Salieri", y he aquí un guiño sólo aptos para gourmets, me temo, todos ellos machos y adictos al pornotube.
Pero es verdad, qué cretina y carente de toda teología y geometría la vida esta, en la que por muy Aquiles que se tenga uno o se pretenda, nunca ha de alcanzar a la tetuda de marras. Sus lúbricos pezones estarán siempre, como poco, media zancada por delante. Medio paso inalcanzables. El par de sonrosadas gemelas. La infinita divisibilidad del espacio siempre jugará en contra de la trempera. Ya lo dijo Parménides, otro natural de Elea con vista de lince y paquete de toro, viendo pasar a su vecina de al lado de camino al mercado, a comprar alcachofas: "¡Menudo par de flaming energy balls se gasta usted, doña Clitemnestra, óigame ya!". Y que lo en apariencia garrulo y anacrónico y apócrifo de semejante lapidaria cita no os conduzca a engaño sobre este particular, ya que si bien es cierto que en aquel helenístico entonces no había guonderbrás, también está más que estudiado —MIT mediante— que el aceite de oliva virgen extra y la dieta mediterránea han hecho subir el bizcocho pectoral femenino como Magdalenas del Paraíso. Eso y que ya está bien de vender la moto de que a pies del Partenón todo era un no parar de encularse los unos a los otros, qué coño.
Malo malo el verano, sobre todo cuando no tiene uno de dónde agarrar... Releo al compás del segundo café de la noche y no doy crédito, cuánto he cambiado a pesar de heberme desvirtuado tan poco, y justo después, como vómito, el pensamiento de que si me leyera mi padre me daba dos hostias. Pero no. Por su parte ya no hay cojones ni fuerza. Y por la mía no habrá oportunidad. Soy un deslenguado. Un arribista. Un atroz. Ahora ya tenéis a vuestra disposición los comentarios. Aportad cada cual vuestro exabrupto. Pero no me os pongáis estupendos ni tiréis de pirotecnia diccionaria, que al fin y al cabo sólo van a salir en pantalla los insultos que yo crea son de mi talla. Dios es justo y es magnánimo y es autista, un subnormal del quince con los mocos al aire; a quien no le da tetas le de hipocresía. Y a quien ni una ni otras, rotunda capacidad masturbatoria. Lo demás son ministros.