¿Por qué hay libros que tardamos años, décadas en leer? ¿Por qué, diminutos mortales, nos hacemos con libros que pululan vírgenes por nuestras bibliotecas una media de entre 15 años y el resto de nuestras patéticas vidas? He ahí una pregunta que dejo en el aire para los muy bibliofrénicos...
Yo tardé diecisiete años largos en —ponerme a— leer éste: Cuentos de terror y misterio, del amigo Conan, el Doyle, no el cimmerio aquel con taparrabos y un espadote (¿o dos?).
De entrada quiero decir que lo más terrorífico de este libro no es del buen doctor Doyle, no está en sus cuentos, no, que está en la portada, ese grabado chulo de un tal Tony Johannot para el Werther de Goethe. Que es una pasada. el grabado. Todos los libros deberían tener dos portadas, una, la que diga el editor, y otra, la que diga yo, estas últimas todas siempre con grabados molones del XIX.
Hoy escribir terror es prácticamente imposible y leerlo es casi más un acto de fe que otra cosa. ¿Por qué? Pues por los telediarios y el facebook y el tiktok. Por ejemplo. O por los politicastros a una bandera aferrados. Por ejemplo —pero, ojo, con una mano sólo, la derecha, por un poner, que la siniestra la necesitan aérea y dúctil, por aquello del sobre—. Eso sí es terror. Eso sí que da cague.
Yo tardé diecisiete años largos en —ponerme a— leer éste: Cuentos de terror y misterio, del amigo Conan, el Doyle, no el cimmerio aquel con taparrabos y un espadote (¿o dos?).
De entrada quiero decir que lo más terrorífico de este libro no es del buen doctor Doyle, no está en sus cuentos, no, que está en la portada, ese grabado chulo de un tal Tony Johannot para el Werther de Goethe. Que es una pasada. el grabado. Todos los libros deberían tener dos portadas, una, la que diga el editor, y otra, la que diga yo, estas últimas todas siempre con grabados molones del XIX.
Hoy escribir terror es prácticamente imposible y leerlo es casi más un acto de fe que otra cosa. ¿Por qué? Pues por los telediarios y el facebook y el tiktok. Por ejemplo. O por los politicastros a una bandera aferrados. Por ejemplo —pero, ojo, con una mano sólo, la derecha, por un poner, que la siniestra la necesitan aérea y dúctil, por aquello del sobre—. Eso sí es terror. Eso sí que da cague.
Conque uno no lee a Conan Doyle sino para que éste lo introducca en aquélla atmósfera. Inglaterra victoriana. 221B. Whitechapel. Ferrocarriles llegando a su hora a la estación de Charing Cross. Scotland Yard. Baskerville Hall. Puentes sobre el Támeses. Niebla por decreto, etc. Seguro que habrá quien entienda... Alan Moore y Felix J. Palma saben de qué hablo.
Otra cosa que quiero decir es que desde que murió el folletín la literatura es una mierda. La literatura con psicología interior y personajes complejos y con gastos mensuales dedicados a la terapia es una mierda. Una mierda bien gorda. ¿Por qué ya no hay literatura en los periódicos? ¿Por qué sólo hay malditas columnas de condenados escritores de moda? Joder, si leer columas periodísticas ya no tiene ni puta la gracia desde que espichó Umbral.
Yo quiero un magazine semanal única y exclusivamente dedicado a literatura folletinesca. Viejos clásicos folletinescos junto a nuevos plagiarios folletinescos. Reverte, pedazo de bestia, deja ya de darnos la brasa con tus calenturas y escríbeme una a la Dumas, a la Salgari, a la Sabatini. Y lo mismo tu compa Marías, marchando una de Conrad, de Kipling, de Stevenson, de Twain. Dejad ya de haceros de oro con los periódicos y haced de verdad algo periódico que valga el mal papel en el que esté impreso... Que nos ríamos todos y no sólo vosotros, hostia.
¡Ah! Y profusamente ilustrado. Con molones grabados del XIX.
(¿Tío... pero si no has dicho una maldita palabra sobre los cuentos?...¡Anda coño!... pues es verdad... ya otro día, si eso...)
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