Si
hacemos caso a lo que circula por ahí, este libro que no llega a 200
páginas (en formato bolsillo) es una selección, recopilación,
licuefacción de las, al parecer, 4000 páginas de "cartas de amor" que
Henry Miller le escribió a la "actriz" Brenda Venus, entre 1976 y 1980. Todas las comillas son mías.
Miller
contaba entonces 85 años y estaba hecho fosfatina, como es menester en semejantes dígitos. La Venus, en cambio,
literalmente apenas si cabía en los vestidos de lo cañón que la habían traído
al mundo su madre y la genética. No en vano se acababa de cepillar al
gran Clint Eastwood en The Eiger Sanction, y siendo biempensantes habrá que suponer que sólo en la ficción.
Miller
se pasó los últimos años de su existencia mendigándole sexo a la Venus a
través de estas cartas. Lo que fuese, le daba igual, ni siquiera le
pedía follar el pobre viejo; sólo un magreo nocturno, o un par de
tocamientos mañaneros, o un
tetazo en toda la cara, qué sabe uno, ¡pero algo, copón! Aun así la
Venus no cedió ni media. Ni mierda. Nada. Cero. Kaputt. Poluciones
nocturnas.
Luego
Miller espichó y la Venus, como veía que no era capaz de conseguir ni
un sólo papel en condiciones por sí misma (¿por qué sería?), se puso desesperada a rebuscar en los cajones, y al poco entregó a la imprenta
estas cartas. Qué gran estilo, amigos todos. ¿No? Eso sí que es señorío, prestancia, saber estar, y lo demás es filfa.
Y bien, puede que cuanto
llevo dicho hasta aquí se les antoje todo lo parcial, extemporáneo y
cruel que ustedes quieran, cosa que admito al tiempo que afirmo que no
me parece más parcial ni extemporáneo ni cruel que publicar un libro
semejante, y ni siquiera la mitad de mezquino.
Esto es todo cuanto mi Mr. Hyde quiere decir de este libro, que por supuesto, y acto seguido, pienso entregar a las llamas.