Quizá la mayor provocación de este libro sea también su mayor logro, esto es, no jugar la carta de la descripción... Edificar sin adornos, tirando sólo de lo justo, armado exclusivamente de la gris médula de la esencia narrativa, el predicado en los huesos, el predicado desnudo, una novela que habla de un oscuro episodio en la biografía del genial Miguel Ángel, espejado en el brillo hipnótico de la Constantinopla otomana y su abrumadora Santa Sofía; que habla del Arte como religión y de la Belleza como divinidad, como suprema verdad; que enfrenta vida terrenal con inmortalidad: placer y amor y apetito sensual con posteridad... El genio contra el instinto, frente a frente y a la greña, dimensionando en su duelo y su batalla la miseria y la grandeza de la humana condición: contradictorio y lábil sendero de perecedera magia transitoria... Si un talento como el de Mathias Enard hubiese germinado en el barbecho castellano y no en el gabacho tendríamos que sacarnos de la nada un nuevo sabor de nocilla para otorgarle taxonomía... Para suerte de todos los Pirineos son sabios y quisieron las cosas en su sitio.
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