Resistencia en el flanco débil

enero 13, 2013

Ugo Cornia: De cómo la felicidad es posible (incluso sin escribir)

 


   «Sobre la felicidad a ultranza». Hoy les traigo este libro para hablarles de otra cosa, soy así de cabrales, para hablarles de qué cosa: de los libros de autoayuda, esa cosa infecta, epítome de la impudicia moral. Toma.

   ¿Acaso existe literatura más dogmática que la autoayuda? Al menos la Biblia te amenaza con el Infierno. La autoayuda ni siquiera se molesta en amonestarte, te dice llanamente: «si no me sigues a mí, allá tú, seguirás siendo tú mismo para el resto de tus días», es decir, una masa doliente de pena y desesperación.

   No sólo te dice qué tienes que sentir y a qué debes aspirar. No sólo te dice cómo tienes que hacer para conseguir todo eso que previamente te ha dicho que tienes que ser y sentir. Te dice, además, que no puede ser que no lo consigas, que todo el mundo lo consigue. Si compra el libro, claro...

   Más en concreto: no sólo tienes la aspiración de ser feliz, tienes la obligación de serlo, y ¿cómo conseguirlo? Comprando y leyendo mi libro, ¡mis libros!, porque nunca hay sólo uno... No hay fallo posible. Si sigues mis instrucciones, nuestras instrucciones, porque una vez lees uno no debes tampoco dejar de leer estos otros, entonces y sólo entonces, llegarás a ello. No hay pérdida posible. Todo el mundo lo consigue, ¿por qué no ibas a consegurilo tú?... «¿Y si resulta que yo he pagado a tocateja el libro, los libros, y me los he leído de arriba abajo y he seguido los pasos y a pesar de eso siento que mi vida sigue siendo una caquita?»... Entonces una de dos; o no lo has leído bien, ¡vuelve a leerlo! (a ser posible, compra un ejemplar nuevo y pásale el viejo a tu sobrina); o bien no sabes leer, ¡vuelve a la escuela, ganapán!

   En resumen, «Usted Puede Sanar Su Vida Si Yo Le Digo Cómo»... Me viene una palabra a la mollera y esa palabra es: ¡SECTA!

   En fin, una vez establecido lo cual pasamos a qué es «Sobre la felicidad a ultranza» de Ugo Cornia, quiero decir, a parte del libro de un italiano de las montañas al que le publican un libro en español con la típica portada de un libro de Foster Wallace.

   Pues es un libro en el que un italiano de las montañas nos cuenta cómo digirió la muerte de sus seres queridos en un muy breve lapso de tiempo y siguió palante como buenamente pudo. ¿Que cómo lo hizo? Pues follando mucho, todo lo que pudo, pues conduciendo el coche a 140 por la autopista mientras albergaba pensamientos absurdos, y pues conversando muy mucho con los fantasmas ectoplásmico-mentales de sus padres muertos... Y he aquí el detalle clave: nos cuenta cómo lo hizo él, no nos da la brasa con cómo hacerlo. No universaliza sus capacidadades y sus métodos. Yo encontré mi solución y fue ésta. A partir de ahí que cada cual se busque sus habichuelas, gente.

   ¿Y cómo fue que salí palante como buenamente pude? Pues porque la vida sigue, lo queramos o no, porque no hay más cojones. Porque la vida puede ser trágica y de hecho acaba siéndolo siempre, antes o después, pero sólo en nuestras manos está el convertir lo trágico en un invierno eterno y terrible.

   La Autoayuda te dice ser infeliz es terrible. Cornia: ser infeliz es inevitable.

   La Autoayuda te dice ser feliz es posible y puede ser además para siempre. Cornia: ser feliz es una cosa fabulosa y si fuese para siempre dejaría de serlo automáticamente.   

   ¿Quién quiere sonreír todo el puto día? ¿Quién quiere vivir hasta los ruinosos 80 años? ¿Quién quiere tener un orgasmo en la punta de los genitales las 24 horas de día? Es de gilipollas, cierto, hasta un gilipollas redomado podría verlo. Pero aun así anda que no está a reventar de gilipollas el mundo.

  Otra cosa que me ha gustado de este Ugo Cornia es que escribe pero no nos lo dice. Esa renuncia a darnos la murga y el tostón del escritor ya te da una medida de que no es un tío ni medio normal. No sé, cualquier italiano está en una playa italiana y da dos saltos y aterriza en otra playa italiana, pero de la costa opuesta. El caso es lucir el moreno latin lover sí o sí. Pero Cornia no. Cornia sólo da un salto y se queda en mitad, es decir, en las montañas. Y aun así el tipo no para de echar sus buenos polvos, sin necesidad de morenos ni nada. Es un tipo outré, esquinado, lateral... Por eso hace una cosa que casi ningún escritor hace, que es hablar de sí mismo diciendo que hace cualquier otra cosa, lo que sea, desde no hacer absolutamente nada, hasta irse a bañar el culo al río, o pasarse los días contemplando los andares de un ciempiés trepado a la pared, lo que sea, menos escribir.

   Admiro profundamente a un escritor que es capaz de darnos a leer todo un libro entero, entera o supuestamente biográfico, en el que su personaje o alter ego o sosias es capaz de renunciar a decirnos que escribe o bien que se va a poner a escribir o que, maldición, no puedo —o no me dejan— escribir.

   En una charca donde el proselitismo es endémico, ése se me antoja un gesto de titanes. 

 


 

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