Aunque soy injusto, claro, él no tiene la culpa. Si acaso su mujer, Linda, y John Martin, su editor y sin embargo amigo, registrando los cajones del muerto como posesos, los muy cabrones...
Acabo de tirar media taza de café sobre el teclado y lo he dejado todo hecho unos zorros. No estoy cabreado por el estropicio en sí, más bien por lo que implica, esto es, que cada día que pasa tengo más claro que incubo el mal de la vaca loca: ya ni puedo retener los líquidos en su debido lugar... He tenido que cambiarlo, al teclado me refiero, porque cuando presionaba "r" escribía "rt", cuando hacía retroceso salía "ç" y cuando picaba "q" me hacía Escape, y la vida todavía no me ha alcanzado para aprender klingon... Ahora tecleo con uno que tenía tirado por ahí, un teclado que es una mierda, por supuesto, porque tiene las teclas muy pequeñas y esquivas y como maliciosas, y yo por mi parte tengo los dedos muy gordos y como hastas las trancas de Parkinson, así que cada vez que los hago copular, mis dedos morcillones con estas teclas cochinas, ocurren cosas miserables y asquerosantes y del todo deleznables que entregan en bandeja mi hígado y cuarto y mitad de mi páncreas a los mil demonios. Conque lo más probable es que ni siquiera termine este post y el resto de la tarde tenga que ocuparla en ir a la tienda informática más lejana, a proveerme de un teclado nuevo... y también de un monitor.
Pero vamos a lo que se cuece. Pongámonos en situación. Estos "nuevos poemas" que Editorial Visor nos ofrece al nada módico precio de 18 eurazos —incluidas las múltiples faltas de ortografía y erratas ortotopográficas cortesía del prologuista y traductor Eduardo Iriarte sin aumento del PVP, hay que ver qué cortesía la suya, amigos— son los que Bukowski no quiso publicar en vida, condenándolos al cuarto oscuro de la vergüenza. Pero esto ya lo he dicho antes: no cometas el error de cascarla sin quemar previamente todos tus papeles, toda tu maldita biblioteca, o los humanos sacos de huesos que queden detrás se ocuparán de joderte vivo —bueno, joderte muerto, sí... pero joderte bien al fin y al cabo—. Me cago en vuestros muertos, del primero al último.
La gente parece flores al fin son más de 300 páginas de poemas las más de las veces mediocres, si se quiere, a veces ni poemas, sólo tostones en verso que fácilmente podrían ahorraros el presupuesto semanal en dormidina. Por supuesto, Bukowski, para bien, para mal, es siempre Bukowski, y quien tuvo retuvo, aunque ni él mismo pretendiese retener nada, porque ni lo dio a la imprenta ni pensó que vosotros, pedazo de fenicios adevenedizos, amigos, familia, teníais planeado mearos en su tumba por siquiera algo más que los treinta denarios de rigor.
De modo que pese a todo hay poemas rescatables, fragmentos rescatables, como "Gente cual flores", "El minuto", "Asidero en la oscuridad", "No soy ningún Cagney", "Tres", "Dientes blancos perfectos", "El ataúd de la creación", "El suicida", "Tras recibir un ejemplar de colaborador", "Escribes muchos poemas sobre la muerte", "Nuestro profundo sueño" y "Se pone el sol", amén de algunos más que no pongo a fin de no seguir mareando la perdiz. No obstante la sensación final es de desilusión y de disolución. Un Hank francamente desdibujado. Es Bukowski pero no es él: o mejor, es el peor y más pálido de los Bukowski que yo he conocido. El Bukowski que yo conocí, el que él mismo se encargó de vender y tan bien supo vender, hubiera corrido a hostias a su editor y sin embargo amigo y sin embargo Judas Iscariote, John Martin, tras pillarlo hurgando en sus papeles póstumos. Creo que me explico.
Así las cosas, este libro de "nuevos poemas", de últimos poemas, de poemas que jamás debieron ver la luz, será el perfecto caballo de batalla para todos aquellos, legión, que día tras día combaten a Bukowski como si fuese la mismísma peste. Una resquebrajadura en la muralla a través de la cual colarse y una vez dentro pasar la entera ciudadela a cuchillo.
Como a estos últimos no es cuestión de darles facilidades, ellos solos se bastan y sobran para ir minando poco a poco su obra, tantas veces sin haberla apenas explorado, dejo aquí este poema del propio Hank que tan al pelo viene para aquellos que han propiciado un libro como éste, todos aquellos que diciendo trabajar en pro de Charles Bukowski no han hecho otra cosa que socavarlo. Lástima que los dividendos obtenidos con semejante latrocinio no se los vayan a poder gastar en los medicamentos que tanto necesitan: no hay vacuna contra la estupidez.
ADIÓS, AMOR MÍO
mortal ceniza de todo
lo hemos vapuleado hasta hacerlo pedazos
le hemos arrancado la cabeza
los brazos
las piernas
hemos cortado los órganos sexuales
nos hemos meado en el corazón
mortal ceniza de todo
en todas partes
ahora las aceras son más duras
los ojos del populacho más crueles
la música de peor gusto
ceniza
sólo me queda pura
ceniza
primero nos meamos en el corazón
ahora nos meamos en la ceniza.
Charles Bukowski
5 comentarios:
Después de la era Belén Estevan, ya nadie queda mal, amigo Javier
Puto parn é,... y todavía dirán que lo publicaron a modo de homejane... De todos modos, me guardo el resto de mala uva para cagarme en ellos, una vez que lo haya leído...
jaja, un blog directo y sin tapujos, sí señor, vine a través de la copa de circe y la verdad que me ha resultado agradable leer palabras que no buscan lo políticamente correcto. Te invito a leer, si lo deseas, alguno d los dos poemarios que tengo colgados en mi blog. Una crítica sincera vendría de perlas. venga, un saludo!
Se agradecern los parabienes, pipasdecoco, intentaré hacerme un hueco y pasarme por su cobacha.
Saludo.
Seria una deshonra por mi parte pagarle a un sinverguenza 18 euros por robar basura y yo personalmente tengo la obligación moral de no leer
los escritos que no fueron concebidos para ello.
Publicar un comentario