A ver qué chorradas se me ocurren sobre este libro:
Lo primero que se me ocurre es que nos sueltan en la info de la contraportada que de entre todas sus novelas, ésta era la preferida de su autor, pero esta novela, al menos en castellano, me da que sólo me la he leído yo. Y no me da que únicamente hasta ahora, me da también que por siempre jamás... Esto, me lo barrunta la sesera, puede ser debido a factores tan dispares como: a) el título es muy malo, James, lo siento, parece un telefilme de Antena 3; b) la portada es mala también, y fea y destrempante con avaricia; y/o c) la vida es muy injusta, una cabronada, James, y son tantas las ocasiones en que el mundo asno es incapaz de apreciar la miel en sus asnos belfos, que para qué seguir con un patético e hipotético punto d) que haga aún más hiriente esta sangría...
Lo segundo: aunque en la desacertadísima portada no sabes bien si lo que aparece es un sudista, un «boy scout» o uno de la policía montada del Canadá, el libro va de los polvos que echan un par de «teenagers» durante la guerra civil americansky. Es decir. Hay un mastuerzo que es un vivales, los azules y los grises se están masacrando muy salvajemente cada día, pero el vivales, de nombre Roger Duval, dice yo en ese mierda no me voy a meter, yo lo que quiero es vivir y follar, amigos míos, así que para que no lo recluten se mete a espía confederado que se hace pasar por paleto. Pero enseguida conoce a Morina Crockett, que además de ser guapa y estar muy buena, y, por lo visto, follar que es primor, es esencialmente una ladrona y una buscona que, ojo, también domina las negras artes del vudú.
Terceramente: James M. Cain escribe esta novela para engañarnos y después echarse una risas a nuestra costa... Tú dices: este par de gaznápiros no pueden acabar juntos y, sobre todo, no pueden acabar bien. Es de ley. Cain responde: es cierto, tienes buen ojo, estimado lector, en principio este par no parecen otra cosa que unos desgraciados, nacidos para perder, pero sigue leyendo, concedámosles el beneficio de la duda... Entonces llega el final. Parece que habías juzgado mal a estos zoquetes y quieres volver a creer que todo es posible en este valle de lágrimas (¡snif!). Luego llega el punto y final. Todo acaba básicamente tan rematadamente mal y trágico como auguraste de buen principio. Después cierras el libro. Miras la foto de Cain en la solapa. Se ríe en tu puta cara...
Secuencia de apostillamientos varios:
- Esta novela no es una novela policíaca, ni una novela bélica, es un western, pero un western que en esencia es una novela policíaca que narra la huída hacia adelante y sin solución de continuidad de una historia de amor imposible, directamente estampada contra el muro del destino.
- Esta novela tiene nada más y nada menos que la friolera de 143 únicas, cochinas y maravillosas páginas.
- Esta novela tiene una escena pesadillesco-vudú que es de lo mejor que había leído en mucho tiempo.
- Esta novela también tiene una de las bofetadas finales más cabronas que había leído en mucho tiempo.
- A ver, tampoco exageremos, que no es ninguna obra maestra, pero en el tiempo que empleas en leerte las 800 paginazas de una obra maestra incontestable, puedes meterte en vena cinco novelitas de 143 páginas, todas tan de puta madre como ésta.
- ¿Cómo es que no hubo peli de esta novela? ¿Cómo es que sigue sin haber peli de esta novela? ¿Por el vudú? ¿Por el final cabestro? ¿Por el amor fou y coñicida? En resumidas cuentas... ¿Porque nadie se la ha leído, excepto yo?
Y ya para finalizar: coda: James M. Cain... Qué pedazo de nombre tan bien puesto. Quién no ha soñado alguna vez con responder a un nombre tan sonoramente cojonudo como James M. Cain... Maldita sea.
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