«Patria» (1993) de Robert Harris: Un libro que es una ucronía distópica y a la vez una trama policial y la vez un thriller y a la vez una denuncia. Cuántas cosas. Y todas ellas, sí, ahí, mas ninguna en profundidad. Todas muy por encima y como al rico palimpsesto y/o al muy alto sobrevuelo de la vista de un águila. El águila de la portada, por ejemplo. El águila del Tercer Reich. Pero del Tercer Reich que esclavizó media Europa y media Rusia hasta los años 60 es ahora que hablamos. Un no lugar. Un no suceder. El nonsense absurdísimo que casi pudo ser... (la ucronía distópica). Es por esto que utilizamos el palabro éste, «BestSeller», para salir del atolladero. Abarca mucho y aprieta poco, y así todo el mundo tiene acceso, y se venden un buen montón de ejemplares, incluso en los aeropuertos y en los carrefures, sobre todo en los aeropuertos y en los carrefures, y habremos de suponer que no sólo se vende mazo, incluso puede que hasta se lee mazo también, y luego incluso hasta te hacen una peli, que sale Rutger Hauer, que en ese entonces es el holandés más famoso de Hollywood, y sale en todas partes porque ha sido el Replicante que no ha querido cepillarse a Harrison Ford en «Blade Runner» —y este gesto altruista al personal le ha molado un taco, aunque la mayoría de ellos aún ni siquiera lo reconocen, aún lo saben siquiera, que lo sabrán con la venida de los sucesivos años y los sucesivos director's cut—, y sobre todo porque es el Replicante que ha visto cantidubi de cosas chungas más allá de las puertas de Tannhäuser, allá tope de lejos, pero, fíjate tú, qué cosas, lo de Hitler con los judíos, ni en retrospectiva, lo vio venir tampoco. Lo de Hitler con los judíos, por lo visto, no lo vio venir nadie, excepto los propios judíos, claro, pero es que a ellos nadie les fue a preguntar, eso por lo visto también... Robert Harris es un gran escribidor de libros Best y libros Seller, bastante mejor que otros con más nombre y mejores cifras, pero no sé si es porque se prodiga menos que otros del ramo, o bien porque es inglés, y el «SellerBest» es un género clara y netamente yanki, y el yanki, amigos, ya sabemos que es un pueblo asaz proteccionista, que puesto a promocionar a un Harris, prefieren vender al suyo propio, su propio yanki facedor de tochanacos de aeropuertos y carrefures, de nombre, Thomas, y de hijo, un tal Hannibal Lecter; de oficio, comedor de personas. Pero mucho antes de que a Haníbal lo apodaran el Caníbal, ya un tal Hitler y su cohorte de hijos del Diablo habían optimizado muy mucho el arte de aniquilar seres humanos, y esto es lo que denuncia —¡a buenas horas!— Robert Harris en su «Patria», sólo que en forma de thriller-novela negra-distópica de leer y echar a correr y a otra cosa mariposa. La novela toma como excusa la investigación de las muertes de unos jerarcas nazis (la trama policial), pero en realidad se basa en el supuesto de que lo del Holocausto Hitler no lo ordenó nunca. Él por lo visto sólo dijo: «¡Malditos jewish, les debo un montonaco de pasta!», tras lo cual Himmler y Heydrich, que andaban por ahí con la oreja puesta, se musitaron el uno al otro: «¿Oye, tú qué crees que ha querido decir con eso?»... «Yo creo que ha querido decir que nos los carguemos a todos»... «Ahhh... pues seguro que va a ser eso...» Y de ahí: La Solución Final. Pero la Solución Final es un Genocidio. La Solución final no la quiere firmar nadie. Ningún gerifalte quiere cargar con ése muerto. A pesar de lo cual se acaba llevando a cabo igual (la denuncia). Y de eso en este universo nos enteramos en 1945, mientras que en el de Harris se enteran en 1964, todo y que en ambos dos universos y/o paralelas líneas de tiempo todo el mundo, dentro y fuera del Reich, intuyese lo que estaba pasando en las chimeneas del Este... Todo ello aderezado con algunas persecuciones nocturnas, una caja de caudales con secreto dentro, visitas a la morgue para parlamentar con forenses y alguna que otra habitación de hotel con aroma a fornicio —siempre velado— (el thriller). Como «polares» con trastienda nazi son muchísimo mejores los de Philip Kerr y la historia de amor da menos el pego que un dólar con la efigie de Martin Luther King (¿ucronía utópica?), pero el final es muy bueno, el final compensa bastante, el final me parece que está muy bien parido, joder... Y la escena ésa también, esa en la que al prota le sube el vómito alienador y definitivo cuando descubre que los calcetines que llevaba mientras servía en un U-boot, veinte años atrás, estaban hechos con pelo de judías gaseadas..., esa mierda se fija para siempre en los archivos negros de la memoria lectora.
1 comentario:
La verdad es que hasta que no descifremos las reglas del cosmos, no sabremos si otras Historias pudieron ser; si realmente existe el libre albedrío o, desde que surgió el universo tenía que existir, en un planeta llamado Tierra, 13800 millones después, un individuo monórquido llamado Adolfo Hitler que casi conquista medio mundo.
De momento nos tendremos que conformar con obras como la de Robert Harris. Los mundos que no fueron, pero que pudieron ser.
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