La tarde del sábado me sorprendía haciendo tiempo en fnac, no digo cuál, son todos el mismo, el continente y el contenido de su inmovilizado es siempre invariable, si acaso, en función de la ciudad, cambian el hábito y las pintas y el ademán de los clientes que los deambulan. Y en esas andaba yo, deambulando frente a los estantes más que mirando libros, porque lo que en realidad me ocupaba la mente era el pastel de queso al que había echado el ojo avizor al entrar. Ya ven. ¿Quieren ustedes anular mi voluntad, llevarme al huerto, sacarme hasta el más hondo de los secretos? No hace falta que me emborrachen, que me inyecten suero o me disuelvan drogaína en la bebida. Denme pastel de queso. Pastel de queso y alfajores de chocolate. Y seré suyo...
El caso es que al final este pequeño zampabollos que les habla supo vencerse a sí mismo y el parné que hubiese invertido en el postre de marras se lo gastó en Henry Miller, en los Días tranquilos en Clichy recién reeditados por Edhasa, no sé si en un impulso subconsciente de cambiar comida por sexo, gula por lascivia, pero dar cancha al apetito egoísta en cualquier caso.
Días tranquilos en Clichy es un clásico de la literatura erótica, dicen. No sé. Una vez leído el librillo esto no lo entiendo mucho. Ni mucho ni poco. ¿De la literatura pornográfica, tal vez? Bueno, pues tampoco, tampoco, qué quieren que les diga. Dejémoslo en que de tanto en cuando se aventura en pasajes cuncupiscentes de medio voltaje, ni siquiera marranos. Y es que el sexo en Henry Miller no me pone nada. Es cerebral y es mecánico, cansino y sin inventiva, y desde luego no desprende sicalipsis ni lleva a la lujuria. Por supuesto la obscenidad es ese eterno invitado que nunca viene a cenar. A pesar de todos sus años parisinos, Miller es demasiado americano para poner cachondo a nadie, incluido él mismo, carece de la genética esencialmente cochina que sí en cambio se da en los europeos. Las purgaciones, eso es lo único que le obsesiona. Purgaciones. Purgaciones. Purgaciones. Es divertido, no lo niego, al final te da la risa floja, pero trempante desde luego que no. Apollinaire, que fue un francés muy francés, francés guarrete y clandestino, ése sí sabía. Sus Once mil vergas, por ejemplo. Un clásico a revisitar... A revisitar a menudo.
Ay... De repente me vuelve a apetecer ese jodido pastel de queso...
El caso es que al final este pequeño zampabollos que les habla supo vencerse a sí mismo y el parné que hubiese invertido en el postre de marras se lo gastó en Henry Miller, en los Días tranquilos en Clichy recién reeditados por Edhasa, no sé si en un impulso subconsciente de cambiar comida por sexo, gula por lascivia, pero dar cancha al apetito egoísta en cualquier caso.
Días tranquilos en Clichy es un clásico de la literatura erótica, dicen. No sé. Una vez leído el librillo esto no lo entiendo mucho. Ni mucho ni poco. ¿De la literatura pornográfica, tal vez? Bueno, pues tampoco, tampoco, qué quieren que les diga. Dejémoslo en que de tanto en cuando se aventura en pasajes cuncupiscentes de medio voltaje, ni siquiera marranos. Y es que el sexo en Henry Miller no me pone nada. Es cerebral y es mecánico, cansino y sin inventiva, y desde luego no desprende sicalipsis ni lleva a la lujuria. Por supuesto la obscenidad es ese eterno invitado que nunca viene a cenar. A pesar de todos sus años parisinos, Miller es demasiado americano para poner cachondo a nadie, incluido él mismo, carece de la genética esencialmente cochina que sí en cambio se da en los europeos. Las purgaciones, eso es lo único que le obsesiona. Purgaciones. Purgaciones. Purgaciones. Es divertido, no lo niego, al final te da la risa floja, pero trempante desde luego que no. Apollinaire, que fue un francés muy francés, francés guarrete y clandestino, ése sí sabía. Sus Once mil vergas, por ejemplo. Un clásico a revisitar... A revisitar a menudo.
Ay... De repente me vuelve a apetecer ese jodido pastel de queso...
7 comentarios:
Admiración es una palabra muy, muy grande, no se deja engañar por un par de destellos.
En cuanto a Apollinaire, los franceses son muy raros. Sin ir más lejos el cementerio donde está enterrado, el mismo en el que está Wilde y Jim Morrison, tiene página web con visita virtual y todo.
http://www.pere-lachaise.com/perelachaise.php?lang=
Los muertos son todos más o menos parecidos pero el cementerio es una preciosidad.
Saludos.
Estimado Mangas, he terminado de ver hoy la entrevista a Máximo Sandín que tuvo a bien pasarme el otro día. Todo muy interesante, si le soy sincero. Muy revelador. Luego le he pasado el enlace a un amigo y resulta que él no sólo ya sabía de él, sino que había tenido la oportunidad de parlamentar con Sandín en dos ocasiones. Qué cosas. El mundo que es un pañuelo -lleno de bacterias y virus- y esas cosas, usted sabe.
También le he echado un ojo al cementerio franchute y virtual. He estado navegando por algunas tumbas. No le falta a usted razón. Hay algo esencialmente idiota en poder visitar un cementerio desde la pantalla del ordenador. Hay algo esencialmente idiota en poder visitar cualquier cosa no virtual desde la pantalla del ordenador...
Los franceses son raros, cierto, yo antes era muy contrafrancés, no anti-, sino contra., es decir, que les tiraba mucha mierda encima. No sé si siempre de forma gratuita, pero eso no viene a cuento. Luego vino un editor francés y me propuso publicar mi primer libro. Así que me tuve que callar la bocaza -un poco-. Luego también me invitaron a Nantes, a hablar de mi libro y a comer crêpes, con todos los gastos pagados, a mí, que soy un escritor que no lo conoce ni la madre que lo parió. En fin, que me trataron de la putísima madre. Así que estamos en lo de siempre. Una cosa es el macrouniverso y otro el microuniverso, y generalizar, pese a que no se puede dejar de generalizar, pues somos todos nosotros tan menudos, tan poca cosa, tan insignificantes, generalizar, como decía, también es de idiotas. Yo el primero.
Y bueno, qué quiere que le diga, los españoles tomados en conjunto también somos una puta mierda. Así que no sé...
Me coge usted hoy de bajón. Eso también.
Saludos.
Pues que suerte su amigo, ya quisiera yo poder hablar con él un rato. Preguntarle por ejemplo que opina de que la teoría de Darwin no se llame teoría de Wallace-Darwin y si en eso tuvo algo que ver el hecho de que Wallace fuera militante de determinados movimientos.
Para mi casi siempre raro sólo tiene la segunda acepción del diccionario: Extraordinario, poco común o frecuente; y a veces la tercera: Insigne, sobresaliente o excelente en su línea, nunca es sinónimo de friki y en cualquier caso nunca es peyorativo. En todo lo de más, es decir, en que no se puede generalizar y en que las comparaciones son odiosas le doy la razón. En cuanto a nuestro tamaño yo estoy más en la línea del señor que sale en el anuncio de Aquarius diciendo que el ser humano es extraordinario, eso sí, mientras no me de por mirar la luna, en ese caso vuelvo a darle la razón: qué pequeños somos.
Cuídese.
Olvidé añadir que no acabo de encajar que usted como escritor, lector y gran enamorado del cine diga que hay algo esencialmente idiota en poder visitar algo no virtual desde la pantalla del ordenador. La pantalla del ordenar, la gran pantalla, la televisión e incluso los libros son virtualidad, cada una con sus peculiaridades. ¿Toda la historia del cine y de la literatura le parecen esencialmente idiotas?
A mí desde luego no, París y sus cemnterios no están alance de todos, Yo no puedo dar la vuelta al mundo en 80 días, ni llegar al centro de la Tierra, volar al espacio, tener un affaire con fulanita de tal, etc, etc.
Una revista porno es un documento virtual, una novela romántica es un documento virtual, cada quien compra en el estanco y vive virtualmente lo que no puede vivir realmente. ¿Es eso idiota? Tal vez sí, pero no somos dioses.
Lo dicho, cuídese.
También yo soy un idiota esencialmente vehemente, al menos aquí -quizá también fuera de aquí-, usted que me viene siguiendo desde hace un tiempo supongo que ya se ha dado cuenta.
De todos modos, creo que nos referíamos a cosas distintas, o bien yo soy demasiado materialista, no lo sé. Yo me refería a la pantalla del ordenador, a Internet, esta supuesta ventana a la libertad del virtunverso. No concibo la pantalla de cine como virtual y desde luego mucho menos el libro. Me parecen del todo físicos. Tal vez sea una posición harto reduccionista la mía, pero ya a estas alturas noto que me estoy volviendo recalcitrante y no sé si hay marcha atrás. Porque sí, porque acumular y acumular archivos de audio y de vídeo en el disco duro, y no verlos o escucharlos, simplemente acumular por acumular información, y después no ir a ver películas a la sala oscura o asistir a conciertos, me parece esencialmente iditoa. Y leer en la pantalla un libro que es fácilmente encontrable en página impresa me parece esencialmente idiota. Y si he de escoger entre visitar el cementerio francés en persona y hacerlo a través de la página virtual, escojo lo primero, y si la vida no me alcanza nunca para visitarlo, pues no lo visito. Voy por la calle y los adolescentes sólo tienen un concepto en la boca: facebook, y clican "me gusta" en la última parida colgada por un supuesto amigo al que si ven por la calle de su ciudad seguramente ni se molestan en mirarse a la cara. Me parece un comportamiento en el que subyace tanta idiocia que me da pánico pensar qué se avecina. Con suerte no lo veré, porque, como le digo, me siento una especia de dinosaurio que huele en el aire su propia extinción.
Cambiar el estrecho pero real 3D de un simple ser humano, nada divino, por el infinito pero inmaterial 2D del neoDios Internet, me parece, sí, esencialmente idiota.
Y vaya por delante que todo lo que llevo dicho hasta aquí, como generalización que es, también es una idiotez y una parcialidad.
Saludos.
Me tomaré mi tiempo y mi espacio si me lo permite.
Sí, le sigo desde hace un tiempo, pero como puede ver no aparezco en la lista de sus seguidores, tampoco tengo facebook, ni e-book, no colecciono música o cine ya sea en el ordenador, en CD, VHS o vinilos por motivos varios, no compro sucedáneos de cangrejo ni caviar falso y odio las flores de plástico.
Todo esto para contextualizar mis afirmaciones, y no ser sólo el anónimo de los comentarios.
Usted no se refería a la virtualidad del cine o la literatura, sino al tipo de virtualidad que es esto de Internet, bien en ese caso le diré que sí, que mucho mejor el 3D, incluso yo diría 4D o 5D, al 2D. Pero no siempre. Cuando no se trata de un concierto, de una peli, de un paisaje, de sexo, de amistad o de cualquier otra cosa que podríamos etiquetar con la palabra vivible. En otras ocasiones la pérdida de dimensionalidad favorece la disipación del dolor.
Pero no me haga mucho caso hoy vuelve a ser lunes y los lunes siempre me han odiado y por otro lado ya lo dijo su seguidora oficial Atherida, o tengo Asperger o no sabe como me lo hago.
De su último comentario me quedo con: “ ... y si la vida no me alcanza nunca para visitarlo, pues no lo visito.” Más que nada porque yo también he hecho afirmaciones de una rotundidad parecida, aunque sobre asuntos que no tienen nada que ver con este. Pero será por los palos, o será por los años, que yo si visito el cementerio y utilizo la web para hacerme una guía para la visita real que haré un año de estos.
Nos vemos en 2D.
Estimado Mangas, queda patente que seríamos compañeros de viaje de difícil concilio, o al menos de extraño encuentro. A mí me pone nervioso y de mala hostia viajar con el planning por avanzadilla.
Saludos.
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