Con delay de una semana, boletín de noticias del mundo de los vivos. Supuestamente vivos. Parece que el bulo del cambio climático tendrá que apañárselas a partir de ahora sin Mario Benedetti, quien era, por un decir, buen segunda base, aunque no entiendo ni repajolera de béisbol. Que estaba bien, vamos, lo justo y correcto, se podía confiar en él hasta cierto punto, no te digo que no, pero no creo que te ganase una Champions ni te consiguiera cita con ésa de ahí, sí, ésa, la de labios como meandros de orgasmática sincronía. Y no sé, tal vez asociar "labios" —"sonrisa", por tanto— a "meandros" es de todo punto inelegante y nada expresionista y en exceso simbolista y además escatológico, pero ahí se va a quedar un buen rato, quietecito y a callar.
Conque Benedetti out en la sexta entrada, para él ya no habrá tregua que valga. Bueno, y qué, como dijo Anthony Burgess, ya viviste lo tuyo. Podrías haberte retirado tan dignamente cuando a gritos te lo pedían las arrugas encallecidas del páncreas. Pero decidiste arrastrar la osamenta reventada —mil veces recompuesta tras el amanecer fotocopiado— por los peores campos de la Segunda División del no saber decir basta. Hasta aquí. Prueba de que no fuiste más que una entre tantísimas estrellas de ordinaria magnitud aun en el punto álgido, cenitesco, de tu historia, es que ha sido diñarla y empezar la basca a pedir tus libros. Cuando los grandes estiran la pata nadie compra sus títulos. Los de verdad grandes no están hechos para la plebe. No son alimenticios. De vez en cuando, claro, se deja caer el tipo raro, ojos triquiñuelos en torva mirada, y se planta en la calle con lo último del último muerto, el último Grande Caído, y tú sabes que aquí el interfecto es un ente peligroso —un igual—, un francotirador como poco, y un homicida en potencia por extensión.
Gore Vidal, por ejemplo. Éste sí un espíritu crítico de primer orden. Muy mayor ya y muy achacoso, hecho cisco, por ahí anda. Podría ser el próximo obituario. Hagan sus apuestas. Aunque a éste seguirán sin conocerlo más que los tres locos estratégicamente distribuidos. Como ahora yo, leyéndelo en Palimpsest: a memoir:
"Palimpsesto: estratos arqueológicos de una vida que debe ser excavada, al igual que las diferentas capas de Troya, donde en algún lugar profundo de todas esas ciudades amontonadas sobre otras ciudades uno espera encontrarse con Aquiles y su amado Patroclo, y con toda esa furia con la que dio comienzo nuestro mundo".
Y ahora venga, todos esos Negropontes de medio pelo a meterse la Wikipedia por el culo.
2 comentarios:
joder, si has vuelto a abrir los comentarios, que al fin y al cabo son la savia postal, la sustancia de la que están hechos los sueños, la hebidencia escrita de la más pura e íntima conexión cultural
fijaté que tocho comentario te estoy plantando para plasmar mi alegría, y sin decir nada coherente
saludos
Sí, la verdad es que soy más contradictorio que el manual de estilo de la DGT, engelson.
Ahora ya está hecho, todos los que me habéis estado dando la brasa durante estos meses para que abriera los comentarios, ya podréis dormir tranquilos, y por supuesto invertir vuestro tiempo en, claro está, "no comentar" nada en absoluto.
Saludos.
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