viñeta: elreydespaña
He perdido el tono y el tempo, y sobre todo el ginseng arquitrábico que lo sostenía, le otorgaba el empaque, le ponía la rabia y el nervio y el canino con hambre de bala perdida. Es cuestión de cansancio, creo, cuestión de marasmo, supongo. La vida ésta, ¡sus muertos!; la ciudad ésta, cochina; que todo lo pudren, desde el tuétano hasta la coraza, y me cago en la mar salada del Atlántico Norte, ya de paso. Esto es más que nada por estar aquí, hacer acto de presencia, que no de sustancia, porque decir, lo que se dice "decir", no vengo a decir nada, más o menos como siempre, aunque hoy ni siquiera está esa ilusión engañada, ingenua y ridícula, de pensar o pretender que se viene a aportar cierto sentido o sustento o tabla de planchar las ideas esquivas, las ideas frenéticas como espermatozoides con síndrome de tourette soltados al ruedo yermo de la paja fetén. Y esto viene a cuento, también, de hacer tiempo hasta que suba el café, la cafetera empiece con su borborigmo cabrón a las casi tres de la mañana, me mienten la madre los vecinos, todo eso que se suele entender por tener un piscópata hijo de la gran puta a ran de tabique. Un enseñorear los teclados para no acabar aventando sino rastrojos. Escucho Tool, mientras tanto, que es lo que hay que escuchar si se es persona de bien y se pretende, además, acabar con el mundo a corto o medio plazo. Me paso por le forro los puntos y aparte, los párrafos, las mayúsculas con prerrogativas y los puntos suspensivos con aires de verlas venir. Esto es todo cuanto da de sí una mente extenuada de sí misma, atiborrada de sus circunstancias. Siento en la nuca el frío cañón del cuello de botella, a puntito, caliente caliente, orillando el gatillo fácil. Demasiada letra y demasiada viñeta y demasiado celuloide y demasiada mujer en extremo reguapa caminando las calles. Mucha teta al aire también, para qué engañarse. Se hace uno el alma un lío y la picha un nudo para no soltar la carga de nata en mitad de la hora del té, arruinando las visitas, luego todo son diretes y dimes y sueños lúbricos de mujer casada y hace ya tanto intocada. Se me van la olla y la polla, en este orden, y no es de extrañar, porque me leí la semana pasada una basura frugalmente pastosa y termonuclearmente almibarada, a la que han dado sonante y chocante premio literaturístico —por no añadir "de circo"—, además de lugar preeminente en todos los quioscos, cuya única frase de mérito en 120 páginas suena tal que así: "Hay gente cuya mirada es un vacío desolador", y ésta aún entiendo que debió caerle al menda en la mochera por pura estadística, es decir, que a fuerza de tirar uno ciento y mil dados de proposiciones al tapete del intalento a fuerza de probabilidad te ha de salir un doble seis de tanto en cuando. Y aquí ya me despido por hoy, no sin antes constatar que se acabó el ser buen nene y contemporizador, aquí van a rodar cabezas y quién sabe si no también algún cipotín poco vistoso. Y que si promueves el optimismo, la amistad, el fomento de las nuevas tecnologías y la sostenibilidad, y además en el jurado plantas a Boris Izaguirre, sale lo que sale: MIERDA con mayúsculas ni siquiera biodegradable.
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