De los japoneses siempre se aprende algo, eso hay que ponderarlo sí o sí, me entren por donde me entren. "De cajón", que se dice... Y lo que es mejor: por más que te acuestes sabiendo esa cosa de más, esto es así, con estos nipones cabronzuelos siempre SIEMPRE te quedas del otro lado, la mandíbula como soga de badajo, colgando que es un gusto de pura estupefacción. Les debe venir de tener incorporado a la dieta el pescado crudo desde antiguo. Qué decir. Eso es ya en sí un bonus de la hostia. Un mirar por encima del hombro indiscutible. Y luego, por supuesto, están el millón de vicios negros y parafilias y necromancias de tapadillo de las que no se avergüenza ni uno. Eso también. Por puro exceso llegaron al otro extremo de la perversión y ahora están de vuelta: se ríen hasta de la madre que nos parió. ¿Quiénes otros, si no, que me lo diga alguien, serían capaces de orquestar un duelo de spaguetti-western en mitad de un instituto de adolescentes criminales, pero cambiando disparos a bocajarro por obscenas culadas pélvicas y revólveres por bragas de combate? A eso ni siquiera se le puede llamar ir a una velocidad por encima de la media. Eso es directamente ir con un colisionador a positrones enchufado en el culo.
2 comentarios:
Todo esto esconde poesía.
Jajajejeje... me he reído de lo lindo, sobretodo en la segunda lectura, después de ver el vídeo del youtube. Qué grande.
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