No escucharse tanto, carajo, es decir, hacer oídos sordos a la hipocondría, es un mérito de consideración sólo al alcance de unos pocos escogidos de alma serena, amén, por supuesto, de un claro signo de buen gusto, de elegancia, de inmodestia, un tenerse por tan poquita cosa, ellos todos quienes sean, y al lado el mundo con todo quisqui a cuestas, que tanto da si eso de ahí es un simple y sencillo lunar o bien la roja mácula epidérmica que se me llevará por delante a poco que me haga el indolente o me dé por oír llover. Por otro lado, les soy sincero y reconozco que dos puntos por encima de lo cabronesco, la expresión "dejarse morir" me ha parecido siempre de una exquisitez poética sin tacha, aunque, también es de recibo darse cuenta, de intempestiva ponderación, que aquí nadie quiere espichar sin haber pasado antes por caja y eso también es un porque sí del todo comprensible. Se va, se va febrero por el barranquillo, él y todos sus padecimientos de lo suyo de lo bisiesto, y heme aquí, más tonto que el haba que no me quise comer cuando muy chico, y aún me duele el soplamocos que me soltó mi santa madre. Cómo fue aquéllo: "¡Por mis muertos que te comes las habas, vaya si te las vas a comer, jodío abernunciooo!!!"... O algo así. Y todo eso que tengo que agradecerle. Gracias mamá. Desde entonces que ya no me asustan ni las legumbres ni la muerte. Bueno, la muerte un poco sí, un poco bastante todavía, pero eso no es culpa tuya, eso es todo demérito mío, que he salido de un cagueta que para qué abundar... El tema es que febrero ha sido un mes quejicoso y enfermón, como de resaca de la Peste Negra, allá por las oscuras centurias, cuando en Europa nos empeñamos en desaprenderlo casi todo. Apenas un par de letras que echarme a los caninos y aún gracias. Por eso, supongo, me revienta el bítico buzón de peticiones de lectores y lectoras y lectrices —hay que ser tan políticamente correcto como temerariamente insurrecto— que me gritan qué coño pasa, tío mierda, queremos más, más vida puta, más vida puta por favor, por lo que más quieras, que esto ya no hay quien lo aguante... Y que la total insinceridad y mentira e impostura de esta última información tendenciosa no les conduzca a engaño, que no desvíe ni su atención ni su pericia con los puños y las armas blancas de lo esencial, que aquí, en este caso, en esta letra concreta que ya está que se autofiniquita, que está por acabar, no es ni debe ser otro detalle que éste: el orbe está lleno de gañanes entrajados, la boca llena de ambigua e hipócrita charlatanería, letanía de fulleros, que quieren dar al traste con sus ganas, sus ganas de ustedes, todas ellas sagradas y legítimas, de encamarse con la vida, follarse el mundo tan salvajemente y sin condón. Conque no, que no dejen que tipos semejantes les arruinen el polvo. Denles con el palo en la bocaza o en la gónada entrepierna. Que muerdan el polvo. Denles bien fuerte. Por favor.
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