En la navidad más que en cualquier otro calendario se hace bueno el dicho aquél, ése que canta: a cada cerdo le acaba llegando su San Martín... Miren si no lo de Berlusconi el otro día, ¡zas!, en la boca; y ahora lo del Sumo Padre Ratzinger, besando el suelo, sí, la lona, pero a lo bestiajo y en modo involuntario. Está claro que en Italia están que lo tiran, que andan con la iconoclastia por las nubes y hasta los cojones de mamonadas, con ese afán de navidulear el mundo que ya les dio allá por el 45, cuando colgaron a Mussolini y la Petacci a curarse al sol en plan pernil camisa negra con denominación de origen. Pena que hoy día para darle a los tiranos y demás impresentables de turno lo suyo, sin por ello caer hasta los restos en la casilla del talego, previamente se habría de desatar una guerra, mundial a ser posible, con mucha profesión de barbaridades explosivas y sangrientos sinsentidos, abundante en crímenes contra la humanidad y demás genocidios. Y no parece estar el horno para semejantes bollos, aún... El tema, empero, no es tanto saber que antes o después, cabronaco o no, hideputa o no, te van a acabar dando pasaporte. La cuestión reside más en qué clase de jamón se va a convertir uno. No sé ustedes pero yo me siento cada vez más perro verde, más extraterrestre, alienado y ajenado y exógeno de todo cuanto se suele convenir por vida, por existencia, por mundo. Me la suda un poco todo y me resbala todo un mucho. De ahí, por supuesto, el largo silencio, este inescribir de prácticamente dos meses que fue hasta ahora y aquí, que aquí y ahora tengo el mal gusto y el indecoro de destruir. Espero me excusen el ripio y la cursi eufonía, este finolis esteticismo barato y de marca blanca, si les confieso que al menos el tiempo lo empleé en la mayor salud que puede haber, esto es, leer cosas chulas, de bien ponderar, que a nada bueno conducen, cierto, que a ninguno salvarán de la quema, pero que ahí están. Como Berlusconi-Nosferatu, que ahí lo tienen también, está visto, ardiendo en deseos de ponerse a las órdenes de la autora de cul(t)o por excelencia, la de los chupasangres fashion, Stephenie Meyer: de aquí a seis meses disponible en sus librerías y la próxima Pascua en sus pantallas... Qué bonito es el mundo sin el olor del napalm por la mañana... ¡y qué soplagaitas!
2 comentarios:
se ha acabado la era de los magnicidios ahora que existe yutú, ¡qué hostión en la jeta de berlusconi!, ¡qué agilidad la de la abrazadora papal!
Acertado con lo de Nosferatu. Silvio -para los amigos y la mamma-, Il Cavaliere de la noche, es uno mas de la larga lista de chupopteros que ya no se ocultan en ruinosos castillos de transilvania, sino que aparecen con descaro en pantalla cogidos de la mano de la mafia -sus gitanos- o de cualquier otra organización criminal o megacorporación, que son lo mismo.
Y no creas que eres tú el extraterrestre, sino que son ellos los aliens. De alguna manera la humanidad se está alienando, dejando meterse la larva por los ojos -no por la boca-. Y quien sabe, quizás lo patrocine una raza de otro mundo. A fin de cuentas, que mejor manera de conquistar una civilización que volviéndola estúpida, sin pegar un tiro -o rayo-.
Así que, camarada, un saludo navideño desde la resistencia: "V"
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