En internet funciona lo que funciona y no hay más, es decir, la teta y la nalga y todo monte lo suficientemente cercano e invertido triángulo como para amagar Venus. Todo lo que no sea eso son literaturas que a nada conducen y a tan pocos sustentan, como ahora yo, pero es que yo estoy enfermo, lo mío no tiene remedio, y lo peor es que en mi casa creen que fue por aquello, por el golpe duro en el frontispicio, hará ya la friolera de los 23 años, cuando atravesé la mediana de cristal reforzado que separaba el nuestro del balcón del vecino... con el solo impulso de mis dos piernecillas de entonces y el ariete terrible de mi sola cabeza.
Me son ustedes, la mayoría, unos cochinos y unos guarros, unos perversos de aúpa, ninguno empero, sospecho, sadiano ni asiduo de Apollinaire, y eso les pierde, no acudir a las fuentes y quedarse en el onanismo facilón y efímero, lefarazo en pantalla y vuelta a empezar. Sobre todo allende el Atlántico, sobre todo en México lindo, y digo yo que será más por el calorazo insufrible que por la coincidencia de idioma, cualquiera sabe... Consulto las estadísticas de este mi tugurio: el ochenta por ciento largo de sus entradas son para videar las fotos que pongo de tías bárbaras y nazis despachurrados en mitad del campo de batalla. El sexo y la muerte. La Muerte y el Sexo. Y a medio camino siempre la Guerra, viagra de masas.
Así que a los que vienen aquí a leer y no a machacársela, les digo, tengan paciencia, cualquier día de estos me desasisto, salgo de mí a la bravas o bien me exorcizo, y a partir de entonces, quién sabe, a lo mejor hasta me arranco con un párrafo que no sea basura o furia o lava muerta de los corazones. Ténganla o no, la santa paciencia, yo seguiré por aquí, supongo, callejeando palabras.
Y para los que no quieren o no saben leer, venga, también regalito. Que no se diga que soy un sosainas ni un cascarrabias. Ahí van. Por un lado ésta de Traci Lords en bikini, que está que lo rompe, lo peta y lo descose, de cuando se pensaba la tipa que la industria del cine le iba a perdonar el haberse tirado a un sinfín de tíos sarnosos con el carné de identidad caducado, pero sólo le dejaron hacer aquella basura titulada Not of this Earth. Luego se la chupó a John Waters y aquello ya fue otro flautar...
Y para los nostálgicos de otros imperios y lectores de Lo siniestro de Freud, una de alemanes y de panes, derribando maniqueísmos, que ni todo el campo fue orégano ni todo bratwurst estuvo hecho de niños con el pijama de rayas.
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