una paja cyberpunk
La liquidación del tiempo considerada como una carrera en cuesta descendente hacia el agujero del infierno de la nada; rojo glacial de silencios encadenados. En ésas andamos. Viajamos más rápido que nunca hacia cierta suerte de ninguna parte, ese no-lugar, ese no-transcurso que nos tiene reservada, al fin, la tan trabajada y merecida ataraxia. Entropía acelerada. Los ciberciudadanos del primer mundo muy pronto podrán disfrutar de las comodidades y ventajas lúdicas del siglo 22: domingos de petanca con Yul Brinner; partidas de mus con Gregory Peck; polvos mágicos con una Scarlett Johansson robotizada y hologramática, de paredes vaginales, empero, del todo carnales. Guepardos de calendarios y almanaques. Nos será dado recorrer tres centurias en los apenas 40 años que separan el primer pelo púbico de la última angina de pecho. Si el XX terminó en el 89, con la farsa del muro comercializable; el 21 acaba aquí. Ha empezado la cuenta atrás. El próximo magnicidio lo viviremos en directo, desde la ubicua nitidez de la televisión digital; repetido una y mil veces en las diversas y sucesivas pantallas: ultranoticiarios; Youtube; blogociénaga; y finalmente The Obama Strike, la última de Oliver Stone, poco antes de espicharla de enfisema pulmonar. Inviernos nucleares y avernos digitales. Matt Groening for President! y Mad Max Más Allá del Hongo Nuclear ya están aguardando a la vuelta de la esquina, en espera del pistoletazo de salida.
MicroPoemos de la Era PostNocillar, 2008
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