Trabajo de Philippe Druillet para el libro Père et Mère (2011) de Yves Haddad
Si los ojos son el espejo del alma entonces nuestros padres son la superficie especular, el azogue plateado, mercurial y ponzoñoso, sobre es que se desliza, baila y se desmorona, finalmente, nuestro reflejo. En ellos estuvimos, nos hallamos y seremos. De ellos fuimos su potencia, de ellos encarnamos su estigma y su marca, de ellos nos quedaremos, a los años, sólo con su escoria, su sangre enferma y cansada. El suyo es también nuestro genoma, la herencia intolerable, el árbol geneaológico terrible, la prosecución de un caos y una estirpe innominable. "Todos los hombres quieren la muerte de su padre". Lo dejó dicho o escrito —no sé bien— Dostoyesvsky, y a ciencia cierta que no debió ser gratuito, lo dijo así por algo, sus muy buenos motivos tendría, seguro. Por eso mismo, mucho tiempo después, en el 2019 —ya lo vamos teniendo cada vez más cerca—, Roy Batty matará a su padre y creador hundiéndole los ojos en las cuencas con sus propias manos: ya no soportará por más tiempo contemplar en los ojos paternos su reflejo...
El meu nom és Druillet (2012) de Montserrat Besses y Pere López