Resistencia en el flanco débil

junio 06, 2008

Qué emocionante


pasar dos horas en un café
repleto de almas gritonas
inmerso en un buen libro
y que de pronto se te acerque
una tía buena
sonrisa increíble
al aire
cuarto y mitad de tetamen
y te pregunte
¿Está ocupada esta silla?
y tú respondas
No
aunque en realidad estés pensando
Mierda...


***

Qué emocionante
vivir aquí
habitar esta ciudad muerta
de reminiscencias penitenciarias
en la que puedes
—ojo al detalle—
poner el reloj
en hora
sólo con ver cómo todas
las cucarachas
de humanas extremidades
se encierran en sus agujeros
a ver la tele
inflarse de pitanza
y contar la calderilla remanente
del monedero.


***


Qué emocionante
volver a vender las horas
y las vértebras
a precio de usura
estar de nuevo en la rueda
machucante
del tengo un sueño
necesito dinero
y comprobar que no ha cambiado nada
que la turba apenas lee
pero sí en cambio compra más libros
que nunca
porque rellenan bien los huecos de los estanterías
en invierno aguantan el calorcito
dan lustre al apellido ante las visitas
y al fin y al cabo no se pierden gran cosa
pues los editores siguen a lo suyo
editando más basura
que letra
nunca en papel reciclado.


***


Qué emocionante
llegar a casa hecho una piltrafa
tras ocho horas de condena laboral
dieciséis de asco psicosocial
y tomar consciencia de que el buzón
vacío
es esa tan clara metáfora de una
vida
la tuya
que de puro hueca
insustancial
podría acabar
qué se yo
mañana mismo
por cáncer
por suicidio
o acceso despollante de botulismo
cartesiano
y que nadie el día después
lo sabes
—salvo tu jefe, quizá:
"¡Dónde está ese jodido cabrón!"—
te iba a echar en falta.

***

Emocionante
escribir invectivas por la mañana
en esta sagrada media hora
de lucidez
que sucede al café con leche
y precede al alma hecha grillete
los únicos treinta minutos al día
al año
que pueden aspirar a oler a algo
ligeramente similiar
a la victoria
y me doy cuenta:
podría seguir despotricando así
durante páginas enteras
pero que este aborto de poema
hace ya cinco versos que se agotó...
Y encima voy a tener que cambiar el
maldito título


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